Recorrí con atención retrospectiva el curso de mis relaciones, tan pródigas en contradicciones y altibajos y dejé escapar un suspiro de alivio, pensando en la magnitud de su corazón.
Poco después confirme que la gratitud y el aprecio constituyen el mejor cimiento del amor. Y escuché feliz y complacida las modestas esperanzas que abrigabas. Que transmitías.
Cada manifestación tuya abastecía con total plenitud al inconformismo desde sus raíces.
Ahora ansiaba que aquellas sensaciones continuasen. Pero antes; me alegraba de que aquel martirio de incertidumbre hubiese terminado.
En estos precisos instantes tomo los verbos y los educo como si fuesen pequeños aprendices del amor, me abstraigo en las líneas de lo que con cariño voy creando. Gozo entonces la elipsis de lo compuesto, convivo con el eterno sentimiento de cohesión. Proyecto sobre ti entelequias adormecidas de amor profundo.
Y entre murmullos te nombro y te extraño. Y una vez más me sorprendo descifrando las parábolas de tus letras, embriagándome con el aroma de cada sentimiento. Oírte es un éxtasis eterno cuando me dices que me quieres. Y que mas puedo pedir, que más que un gesto tierno que me devuelva las ganas de sentir.
Que más que un beso, que haga que el sol suspire y el gélido frío de mi alma, vaya anunciando su partida como un viajero en despedida.
La época de las dudas ha transcurrido con total eficacia, su luz ha humedecido el ego de la incertidumbre.
Y ahora solo quiero permanecer ante la presencia de tu tibio abrazo. Despejar un abrumado paisaje y sonreírle a un nuevo horizonte tomada de su mano.
Agradecida y querida.
jueves, 26 de diciembre de 2013
viernes, 6 de diciembre de 2013
Realidad
Su habilidad de conversador era capaz de dar interés al tema más vulgar, menos brillante y más socorrido. Hablaba con una facilidad llena de corrección y de espontaneidad. El curso de la conversación con frecuencia se desviaba entre tantas anécdotas tan certeras como ordinarias, que pudiesen surgir, y enzarzar a cualquiera que fuese parte de la misma.
Sus gestos dulces y sutiles refutaban cualquier esperanza de poder conservar la compostura y mantener el ambiente en términos amistosos.
Eludir su presencia habría sido un acto de profunda maldad. Un acto sumamente contradictorio a los intereses comunes de mis órganos. Gozar de sus confidencias fue el placer más eterno y menos desesperante del que tuve el honor de sentirme parte.
Un ser liberal y orgulloso pero con un exceso condesciende de generosidad, capaz de intimidar por sus maneras altivas y solemnes. El caso es, que todos lo ven como desea ser visto. Puro, feliz y real.
La aspiración de muchos hombres sobre nuestro gran globo terrestre. El único ser que hoy provoca en mi la necesidad de enfrascarme en hondos pensamientos De quien me tomo el atrevimiento de solicitar su atención, cada vez que los acontecimientos toman caminos interrogativos plagados de incertidumbre. Buscar en el caudal de su pensamientos más profundos la verdad, me reconforta.
La serenidad de su porte y la calidez de su semblante no podrían inducir en nadie un sentimiento de indiferencia. Nuestras enemistades fueron y serán nuestros mejores acuerdos. A pesar de que su modestia natural lo haga creer más en mi criterio que en el suyo propio.
Lo cual no es una molestia, es una cordial bienvenida a disfrutar de los rasgos de su carácter. En los que claramente no se encuentra bien posicionada la desconfianza. Y se destaca con presencia y postura la afable delicadeza masculina.
El tacto y la cordura de su replicar cuando algo no está en su misma sintonía. La ternura contagiosa con la que sus brazos me rodean la cintura. Me invade la inconsecuencia, pero cualquier rastro de extravagancia se retira ante su prepotente sencillez. Y cualquiera sea el sonido que se escabulla por la cárcel de mis labios se transforma en palabras vagas, sin realidad concreta. Lo único real cada vez que no me privo de su presencia es el roce de nuestros labios.
Sus gestos dulces y sutiles refutaban cualquier esperanza de poder conservar la compostura y mantener el ambiente en términos amistosos.
Eludir su presencia habría sido un acto de profunda maldad. Un acto sumamente contradictorio a los intereses comunes de mis órganos. Gozar de sus confidencias fue el placer más eterno y menos desesperante del que tuve el honor de sentirme parte.
Un ser liberal y orgulloso pero con un exceso condesciende de generosidad, capaz de intimidar por sus maneras altivas y solemnes. El caso es, que todos lo ven como desea ser visto. Puro, feliz y real.
La aspiración de muchos hombres sobre nuestro gran globo terrestre. El único ser que hoy provoca en mi la necesidad de enfrascarme en hondos pensamientos De quien me tomo el atrevimiento de solicitar su atención, cada vez que los acontecimientos toman caminos interrogativos plagados de incertidumbre. Buscar en el caudal de su pensamientos más profundos la verdad, me reconforta.
La serenidad de su porte y la calidez de su semblante no podrían inducir en nadie un sentimiento de indiferencia. Nuestras enemistades fueron y serán nuestros mejores acuerdos. A pesar de que su modestia natural lo haga creer más en mi criterio que en el suyo propio.
Lo cual no es una molestia, es una cordial bienvenida a disfrutar de los rasgos de su carácter. En los que claramente no se encuentra bien posicionada la desconfianza. Y se destaca con presencia y postura la afable delicadeza masculina.
El tacto y la cordura de su replicar cuando algo no está en su misma sintonía. La ternura contagiosa con la que sus brazos me rodean la cintura. Me invade la inconsecuencia, pero cualquier rastro de extravagancia se retira ante su prepotente sencillez. Y cualquiera sea el sonido que se escabulla por la cárcel de mis labios se transforma en palabras vagas, sin realidad concreta. Lo único real cada vez que no me privo de su presencia es el roce de nuestros labios.
viernes, 29 de noviembre de 2013
Reflexión
Abrí los ojos y dejé de imaginar. Perpleja por el golpe de realidad apenas me podía sostener. Un eco sutil y silencioso resonó entre las paredes oscuras de mi apabullado ser. Y con sutileza y curiosidad preguntó, ¿Por qué escribes? Rodaron sobre la hoja sinceras respuestas que no pude detener, escribo porque en fuga escapa la razón, respondí.
Apagué la luz, y dejé que mis pensamientos se suspendieran en el aire.
¿Que es el uno y que es el todo? reflexiones que suelo tener antes de quedarme dormida, quizás por eso suelo irme a dormir tarde. Por el miedo a esos momentos en los que solo me escucho a mí misma.
¿Por qué escribo? volví a preguntarme, quizás sea para zafar de estas ideas trasnochadas y escribir catarsis fruto de la redención. Y que la oscuridad otra vez sea aprisionada entre mi pupila y el mundo exterior. O sencillamente escribo abstraída y sumida en lo prohibido del tenue susurro de tu voz.
Tal vez escriba para pretender ser mejor que esa inconstante impostora que me mira desde el espejo. O para que una parte de mí, viva para siempre.
Los matices grises de mis lápices lastiman las heridas que aún duelen estando cicatrizadas. Fragmentos esquematizados sobre las hojas rayadas me advierten que nunca sabremos cuando bueno o cuan malo es el momento, hasta que tenemos que recordarlo.
La reflexión al crear, finalmente me hará darme cuenta que desde el inicio, no se trataba de aquel tono claro o aquel tono oscuro de la vida. Todo cobra sentido, al dejarte deslumbrar por los hermosos matices ignorados de la tan temida conciencia.
Incluso canjear disputas cotidianas por letras, me llama aún más al deseo de escribir. A falta de una reacción, un texto. Por eso no puedo pedirme a mi misma, ni a mis manos que no escriban. No puedo quedarme sentada con la mirada perdida. Imbécil como una invitada, invicta como una idiota.
Solo quiero preguntar a quien responda, ¿por qué escribo?.
Cerré los ojos e imaginé no abrirlos jamás para no dejar de imaginar.
Apagué la luz, y dejé que mis pensamientos se suspendieran en el aire.
¿Que es el uno y que es el todo? reflexiones que suelo tener antes de quedarme dormida, quizás por eso suelo irme a dormir tarde. Por el miedo a esos momentos en los que solo me escucho a mí misma.
¿Por qué escribo? volví a preguntarme, quizás sea para zafar de estas ideas trasnochadas y escribir catarsis fruto de la redención. Y que la oscuridad otra vez sea aprisionada entre mi pupila y el mundo exterior. O sencillamente escribo abstraída y sumida en lo prohibido del tenue susurro de tu voz.
Tal vez escriba para pretender ser mejor que esa inconstante impostora que me mira desde el espejo. O para que una parte de mí, viva para siempre.
Los matices grises de mis lápices lastiman las heridas que aún duelen estando cicatrizadas. Fragmentos esquematizados sobre las hojas rayadas me advierten que nunca sabremos cuando bueno o cuan malo es el momento, hasta que tenemos que recordarlo.
La reflexión al crear, finalmente me hará darme cuenta que desde el inicio, no se trataba de aquel tono claro o aquel tono oscuro de la vida. Todo cobra sentido, al dejarte deslumbrar por los hermosos matices ignorados de la tan temida conciencia.
Incluso canjear disputas cotidianas por letras, me llama aún más al deseo de escribir. A falta de una reacción, un texto. Por eso no puedo pedirme a mi misma, ni a mis manos que no escriban. No puedo quedarme sentada con la mirada perdida. Imbécil como una invitada, invicta como una idiota.
Solo quiero preguntar a quien responda, ¿por qué escribo?.
Cerré los ojos e imaginé no abrirlos jamás para no dejar de imaginar.
lunes, 18 de noviembre de 2013
Un día más
Un día más acaricia mi existencia. Tratando de eliminar el residuo que nubla una visión un poco alterna. Susurra la oscuridad al oído de la vida, la sutil canción de un vaivén de sonrisas. Y una vez más lo sorprendo mirándome, como intentando encontrar en mi algo que alimente la continuación de su felicidad, y nuestros ojos se topan, tu mirada huye con una vergüenza pícara como siempre, y quien sabe hacia donde más que tú mismo.
Minutos después, atónita por el goce de que me miraras, mi cuerpo no respondió. Solo sentí lo que podía, un inmenso placer, una sensación de sensatez y cordura, que solo me regala la calidez de tus besos. El calor de tu abrigo. Por esos eternos minutos dedicados a tu presencia, mi psiquis en estado vegetal no valía más que una irregular alfombra, donde quitarse los zapatos cansados y gastados de tanto caminar.
Me extendiste la mano y con gusto la tomé.
Saltando en los espacios mal llamados recuerdos, aún me sorprendo viendo lo que he tirado para evitar quererlo. Lo que he ocultado para no tener que escribirlo, lo que he dejado que muera tan solo por un capricho. Y tomada de tu mano en lo alto de un recuerdo, arrepentida, me avergüenzo como humanamente puedo. Poniéndome un alto, cada vez que la espera desespera, y no sé como continuar. Escribiéndote para que ni siquiera el paso de los años te permita olvidar, porque allí y aquí, en estas líneas, se encuentra nuestro pasar.
Y hoy, un día más acaricia mi existencia, pero no tan solitaria. Acompañada por el resplandor de tu luz. Para que percibas también el mio. Como el cuerpo quiera y como la mente deje. Así quizás pueda volver a sorprenderte mirándome, para tener un algo donde expresar tu amor. Para que mis letras se regocijen y tiemblen al verte.
Minutos después, atónita por el goce de que me miraras, mi cuerpo no respondió. Solo sentí lo que podía, un inmenso placer, una sensación de sensatez y cordura, que solo me regala la calidez de tus besos. El calor de tu abrigo. Por esos eternos minutos dedicados a tu presencia, mi psiquis en estado vegetal no valía más que una irregular alfombra, donde quitarse los zapatos cansados y gastados de tanto caminar.
Me extendiste la mano y con gusto la tomé.
Saltando en los espacios mal llamados recuerdos, aún me sorprendo viendo lo que he tirado para evitar quererlo. Lo que he ocultado para no tener que escribirlo, lo que he dejado que muera tan solo por un capricho. Y tomada de tu mano en lo alto de un recuerdo, arrepentida, me avergüenzo como humanamente puedo. Poniéndome un alto, cada vez que la espera desespera, y no sé como continuar. Escribiéndote para que ni siquiera el paso de los años te permita olvidar, porque allí y aquí, en estas líneas, se encuentra nuestro pasar.
Y hoy, un día más acaricia mi existencia, pero no tan solitaria. Acompañada por el resplandor de tu luz. Para que percibas también el mio. Como el cuerpo quiera y como la mente deje. Así quizás pueda volver a sorprenderte mirándome, para tener un algo donde expresar tu amor. Para que mis letras se regocijen y tiemblen al verte.
lunes, 11 de noviembre de 2013
Naufragio
Hay naufragios que no necesitan agua, no ocurren en el mar o sus derivados. Hay naufragios en los que se está a la deriva durante tiempo indefinido y en tierra firme en el mismo instante. Pies siempre mojados pisan los adoquines con fuerza. Y el después, se torna casi tan peligroso como el durante.
Los cuerpos quedan tan enteros como esparcidos en trozos difíciles de reconocer, incluso difíciles de juntar hasta por nosotros mismos. Empapados hasta los huesos aunque estemos secos. Amortiguando los tropiezos por las dudas de que nos fuésemos a romper. Y de todas formas nos hacemos trizas y hacemos de nuestro interior una recopilación de pedazos. Dolores punzantes me atravesaban el estómago, no había vómitos, no había cortes, no había nada que pudiese funcionar de forma correcta. Solo aguanté y disfruté el descanso entre dolor y silencio.
Se cree en la paz porque se siente por segundos efímeros y precisos. Y a su vez se sabe que nunca es para quedarse.
Nada parecía estar hecho para quedarse. Pero entre los resquebrajosos escombros de lo que no había flotabas, a la deriva entre la cicatriz de mi hombro y el lunar de mi espalda. A veces veías venir la tormenta a estribor, otras ni querías mirar la situación estelar. Sólo deseabas navegar, naufragar sin tener siquiera uso de una brújula para hacer una pausa y ordenarte en tu desorden.
Una parte de ti ancló en mi pecho, y otra aún flota por mi cuerpo con total libertad. Y tienes toda mi autorización para quedarte cuanto tiempo desees. Cuanto tiempo desees mantenerme en esta pequeña isla que construimos con cimientos sólidos. Lejos de volver a naufragar, a la deriva y en perpetua soledad.
Justo donde siempre quise que alguien trazara su propia corriente. Y despertar cada día, en guardia. Porque sabes que en cualquier momento vas a volver a naufragar. Pero aún así, si tomas mi mano no le temo al mar.
Los cuerpos quedan tan enteros como esparcidos en trozos difíciles de reconocer, incluso difíciles de juntar hasta por nosotros mismos. Empapados hasta los huesos aunque estemos secos. Amortiguando los tropiezos por las dudas de que nos fuésemos a romper. Y de todas formas nos hacemos trizas y hacemos de nuestro interior una recopilación de pedazos. Dolores punzantes me atravesaban el estómago, no había vómitos, no había cortes, no había nada que pudiese funcionar de forma correcta. Solo aguanté y disfruté el descanso entre dolor y silencio.
Se cree en la paz porque se siente por segundos efímeros y precisos. Y a su vez se sabe que nunca es para quedarse.
Nada parecía estar hecho para quedarse. Pero entre los resquebrajosos escombros de lo que no había flotabas, a la deriva entre la cicatriz de mi hombro y el lunar de mi espalda. A veces veías venir la tormenta a estribor, otras ni querías mirar la situación estelar. Sólo deseabas navegar, naufragar sin tener siquiera uso de una brújula para hacer una pausa y ordenarte en tu desorden.
Una parte de ti ancló en mi pecho, y otra aún flota por mi cuerpo con total libertad. Y tienes toda mi autorización para quedarte cuanto tiempo desees. Cuanto tiempo desees mantenerme en esta pequeña isla que construimos con cimientos sólidos. Lejos de volver a naufragar, a la deriva y en perpetua soledad.
Justo donde siempre quise que alguien trazara su propia corriente. Y despertar cada día, en guardia. Porque sabes que en cualquier momento vas a volver a naufragar. Pero aún así, si tomas mi mano no le temo al mar.
domingo, 10 de noviembre de 2013
A solas conmigo misma
Hubiera querido ser como el ser humano quiso que fuese. Un intento de vida, un juego al escondite con mi ser, con mi misma. Hubiera querido tener todos los dotes y afanes que alguna vez planificaron para mi. Me hubiera gustado tener una cuota alta de optimismo, de virtud, de paciencia. Tanto así, como le hubiera gustado a la raza humana que lo tuviese. Pero resultó que yo estaba hecha de presentes y mis pies planos no resistieron caminar hacía atrás, sobre suelos carentes de verdad y de realismo.
Así fue que yo misma fui mi ruta, hacía lo desconocido. Burlando el pasado, para alcanzar el beso de los senderos nuevos. Y poco a poco mi rostro fue tomando la expresión que le venía de adentro. Una expresión definida que asomaba un sentimiento de liberación íntima. Un sentimiento que surgía del equilibrio entre lo que soy, y lo que quisiera ser. Un límite que explicitamente marcaba un alto y mantenía distante la imaginación de la realidad. Ya definido mi presente, me sentí indefensa ante tanta monotonía. Pero segura. Segura de quien era. Y aunque a veces tengo dudas, y las proporciones entre optimismo y pesimismo se desnivelan. Y me siento cansada de cargar conmigo misma. De usar mi propia ropa, mi propia conciencia y mi propio corazón. Aún así sobrevivo, porque aunque me desconozca, siempre me encuentro.
Y me reconforto en la idea utópica de ser entendida desde los pensamientos más lejanos hacia la verdad misma. Razón por la cual considero de primordial importancia que quieras querer todas las gamas de mi persona posibles. Que me quieras hasta decir basta, hasta no querer hacerlo más.
No quiero que te enamores de mi, si en tu corazón solo hay espacio para los buenos gestos y la infinidad de virtudes que no tengo.
Quiero ser querida desde todas las perspectivas. Aún cuando momentáneamente aborrezcas mi presencia. Sé que si me prestas tus oídos, voy a intentar entregarte mi mejor versión. Pero antes de hacerlo, abstente a la posibilidad de que no siempre el cielo estará despejado. Y que el café no siempre estará caliente, pero aún así quiero que lo quieras tomar, y que quieras salir afuera a pesar de que el sol no brille. Porque si tú me entiendes, yo te sabré recompensar.
Así fue que yo misma fui mi ruta, hacía lo desconocido. Burlando el pasado, para alcanzar el beso de los senderos nuevos. Y poco a poco mi rostro fue tomando la expresión que le venía de adentro. Una expresión definida que asomaba un sentimiento de liberación íntima. Un sentimiento que surgía del equilibrio entre lo que soy, y lo que quisiera ser. Un límite que explicitamente marcaba un alto y mantenía distante la imaginación de la realidad. Ya definido mi presente, me sentí indefensa ante tanta monotonía. Pero segura. Segura de quien era. Y aunque a veces tengo dudas, y las proporciones entre optimismo y pesimismo se desnivelan. Y me siento cansada de cargar conmigo misma. De usar mi propia ropa, mi propia conciencia y mi propio corazón. Aún así sobrevivo, porque aunque me desconozca, siempre me encuentro.
Y me reconforto en la idea utópica de ser entendida desde los pensamientos más lejanos hacia la verdad misma. Razón por la cual considero de primordial importancia que quieras querer todas las gamas de mi persona posibles. Que me quieras hasta decir basta, hasta no querer hacerlo más.
No quiero que te enamores de mi, si en tu corazón solo hay espacio para los buenos gestos y la infinidad de virtudes que no tengo.
Quiero ser querida desde todas las perspectivas. Aún cuando momentáneamente aborrezcas mi presencia. Sé que si me prestas tus oídos, voy a intentar entregarte mi mejor versión. Pero antes de hacerlo, abstente a la posibilidad de que no siempre el cielo estará despejado. Y que el café no siempre estará caliente, pero aún así quiero que lo quieras tomar, y que quieras salir afuera a pesar de que el sol no brille. Porque si tú me entiendes, yo te sabré recompensar.
viernes, 1 de noviembre de 2013
Promesa
Vigésima o trigésima vez que intento que algo fluya de mi saturado inconsciente. Bloqueo mental le llaman algunos, te extraño le llamo yo. Asusta quizás un poco que mi escritura dependa de tus ganas de quererme. Pero indudablemente creo que puse mi mayor tesoro en manos firmes.
Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma, por esa razón perdí mi preocupación con respecto a mi capacidad de escribir dos oraciones correctas en tu honor.
Por esa razón prefiero conservar ese instante en el que decidí que era contigo con quien quería compartir mis antojos y mis más apasionados sueños, en el eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Porque puedo olvidar los hechos en concreto, pero estoy segura de que no olvidaré lo que sentí.
Prometo que no te voy a culpar cuando la inspiración no abunde, solo procuraré mirarte detenidamente unos minutos para que tus labios me regalen aquello que solo se puede obtener de ti. Esa calidez que supiste darme desde lo más furtivos comienzos, ese amor sin restricciones, real.
Y cuando necesites tu espacio para navegar libremente, estaré aquí esperando novedades acerca de las perspectivas rutinarias sin nuestro apego cotidiano.
Si te necesito demasiado, sabré imponer el control sobre mis impulsos.
Te voy a regalar el porqué de los porqués que nadie quiere oír, a pesar de que tu exagerada predisposición no me lo permita.
Te voy a regalar sinceridad, aunque los recovecos de tu rostro me cautiven y me imposibiliten. Me vuelvan muda y dañen hasta la última de mis capacidades.
Y si por alguna razón me quedo sin palabras, sin duda que es porque te extraño y anhelo tu compañía. Si este fragmento de sentimiento no tiene conexión seguramente sea porque necesito de tus caricias para volver lo inconexo coherente.
Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma, por esa razón perdí mi preocupación con respecto a mi capacidad de escribir dos oraciones correctas en tu honor.
Por esa razón prefiero conservar ese instante en el que decidí que era contigo con quien quería compartir mis antojos y mis más apasionados sueños, en el eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Porque puedo olvidar los hechos en concreto, pero estoy segura de que no olvidaré lo que sentí.
Prometo que no te voy a culpar cuando la inspiración no abunde, solo procuraré mirarte detenidamente unos minutos para que tus labios me regalen aquello que solo se puede obtener de ti. Esa calidez que supiste darme desde lo más furtivos comienzos, ese amor sin restricciones, real.
Y cuando necesites tu espacio para navegar libremente, estaré aquí esperando novedades acerca de las perspectivas rutinarias sin nuestro apego cotidiano.
Si te necesito demasiado, sabré imponer el control sobre mis impulsos.
Te voy a regalar el porqué de los porqués que nadie quiere oír, a pesar de que tu exagerada predisposición no me lo permita.
Te voy a regalar sinceridad, aunque los recovecos de tu rostro me cautiven y me imposibiliten. Me vuelvan muda y dañen hasta la última de mis capacidades.
Y si por alguna razón me quedo sin palabras, sin duda que es porque te extraño y anhelo tu compañía. Si este fragmento de sentimiento no tiene conexión seguramente sea porque necesito de tus caricias para volver lo inconexo coherente.
lunes, 21 de octubre de 2013
Nosotros mismos
No aspiro a una suplencia a corto plazo, ni mucho menos a un vals de cinco minutos. Tampoco a una eternidad fructífera e inevitablemente duradera.
No pretendo de nosotros un fragmento de Jane Austen. Ni dos milésimas de segundo fingidas.
No quiero hablar de ti y de mi en tercera persona, como si ignorara por completo que cada una de estas palabras están grabadas con tu nombre.
No quiero transformarte, ni pintar encima tuyo como si fueras un lienzo en blanco. Cuando sos inmensamente rico en cualidades. Cuando sos mi mejor párrafo. Cuando tienes más contenido que cualquiera, cuando sos tú y cuando sos mio.
No quiero ser un trozo de papel, ni una etiqueta. Tan siquiera quiero ser lo más exclusivo que tengas. Quiero ser un poema, un gesto, una sonrisa. Quiero ser tuya.
No quiero segundos, ni minutos, ni horas. Contigo el tiempo no existe, contigo los relojes dejan de fluir y se congelan. Porqué el tiempo es un invento más de los cuales como ser humano no estoy orgullosa. El tiempo, son límites. Restricciones. Barreras que nos impiden vernos los unos a los otros como iguales.
Por esa razón lo mantengo excluido de nuestro círculo. Porqué en vez de pensar en cuanto tiempo nos queda juntos, prefiero predecir cuantos serán los suspiros que me robes.
Y entre tantas otras cosas que no quiero, no quiero pararme a un lado de mi vida y ver que gracias a mi estático modelo de análisis, contuve mis palabras y no te dije cuando debía lo mucho que te quería.
No quiero, ni siquiera pienso en contenerme si estás acá. Para sostenerme si tropiezo, para recordarme porqué puedo confiar en ti con los ojos cerrados. Para darme la calidez de tu abrazo, para darme calma.
Y sobre todas las otras cosas, no quiero que te muevas ni medio centímetro fuera de mi caja de sonrisas.
Quédate, prometo ser yo misma.
No pretendo de nosotros un fragmento de Jane Austen. Ni dos milésimas de segundo fingidas.
No quiero hablar de ti y de mi en tercera persona, como si ignorara por completo que cada una de estas palabras están grabadas con tu nombre.
No quiero transformarte, ni pintar encima tuyo como si fueras un lienzo en blanco. Cuando sos inmensamente rico en cualidades. Cuando sos mi mejor párrafo. Cuando tienes más contenido que cualquiera, cuando sos tú y cuando sos mio.
No quiero ser un trozo de papel, ni una etiqueta. Tan siquiera quiero ser lo más exclusivo que tengas. Quiero ser un poema, un gesto, una sonrisa. Quiero ser tuya.
No quiero segundos, ni minutos, ni horas. Contigo el tiempo no existe, contigo los relojes dejan de fluir y se congelan. Porqué el tiempo es un invento más de los cuales como ser humano no estoy orgullosa. El tiempo, son límites. Restricciones. Barreras que nos impiden vernos los unos a los otros como iguales.
Por esa razón lo mantengo excluido de nuestro círculo. Porqué en vez de pensar en cuanto tiempo nos queda juntos, prefiero predecir cuantos serán los suspiros que me robes.
Y entre tantas otras cosas que no quiero, no quiero pararme a un lado de mi vida y ver que gracias a mi estático modelo de análisis, contuve mis palabras y no te dije cuando debía lo mucho que te quería.
No quiero, ni siquiera pienso en contenerme si estás acá. Para sostenerme si tropiezo, para recordarme porqué puedo confiar en ti con los ojos cerrados. Para darme la calidez de tu abrazo, para darme calma.
Y sobre todas las otras cosas, no quiero que te muevas ni medio centímetro fuera de mi caja de sonrisas.
Quédate, prometo ser yo misma.
martes, 8 de octubre de 2013
Distantemente juntos
Irremediablemente tengo la necesidad inoportuna y desesperada de obtener sólidas palabras, que me concilien con los rincones de tu mirada.
En términos más básicos tengo la necesidad de una buena dosis de realidad enajenante. Y entre tantas otras carencias, también ansío besarnos por horas, abrazarnos por horas y silenciarnos por siglos. Así, tan callados y tan sepulcrales que nuestros cuerpos sordos requieran de la poesía para renacer entre los más estrechos versos del corazón.
Sin siquiera dudarlo podría afirmar que solo nosotros sabemos estar distantemente juntos. Solo nosotros, sabemos ser nosotros en la pobreza de un beso efímero.
Así como también te añoro, ineludiblemente lleno mis minutos de ti, de razones para pasar a la siguiente oración. De razones múltiples para quererte y confiar en lo que mi mente considera relevante.
¿Que es locura y que es racional? ¿Hasta que punto puedo considerarme en mi sano juicio? si olvidé por completo las barreras entre lo coherente y lo inconexo. Tú sos la única respuesta a tan amplia pregunta, cualquiera en su sano juicio se habría vuelto loca por ti.
Por lo tanto considerarme a mi misma en condiciones psicológicamente perfectas me devuelve la satisfacción. Aplaza mis sentidos para que extrañarte me resulte más placentero que tedioso.
Proyectando posibles escenarios en los que nos encontramos tan cerca, el uno del otro que pudiera oírte suspirar. Sin llamar a eso masoquismo, extremo y puro como solemos inconscientemente practicar. Si no, transformar lo evidente en un lindo aliciente para tanta falta mutua. Para que el tiempo tome su curso sin tenernos en cuenta. Para no contar días, contar risas.
Para que cuando al fin pueda coexistir uno o dos minutos contigo, sea inmensamente feliz. No únicamente por contar con tu presencia, si no, por concretar los deseos de mi mente. Por soñar, vivir y quererte.
En términos más básicos tengo la necesidad de una buena dosis de realidad enajenante. Y entre tantas otras carencias, también ansío besarnos por horas, abrazarnos por horas y silenciarnos por siglos. Así, tan callados y tan sepulcrales que nuestros cuerpos sordos requieran de la poesía para renacer entre los más estrechos versos del corazón.
Sin siquiera dudarlo podría afirmar que solo nosotros sabemos estar distantemente juntos. Solo nosotros, sabemos ser nosotros en la pobreza de un beso efímero.
Así como también te añoro, ineludiblemente lleno mis minutos de ti, de razones para pasar a la siguiente oración. De razones múltiples para quererte y confiar en lo que mi mente considera relevante.
¿Que es locura y que es racional? ¿Hasta que punto puedo considerarme en mi sano juicio? si olvidé por completo las barreras entre lo coherente y lo inconexo. Tú sos la única respuesta a tan amplia pregunta, cualquiera en su sano juicio se habría vuelto loca por ti.
Por lo tanto considerarme a mi misma en condiciones psicológicamente perfectas me devuelve la satisfacción. Aplaza mis sentidos para que extrañarte me resulte más placentero que tedioso.
Proyectando posibles escenarios en los que nos encontramos tan cerca, el uno del otro que pudiera oírte suspirar. Sin llamar a eso masoquismo, extremo y puro como solemos inconscientemente practicar. Si no, transformar lo evidente en un lindo aliciente para tanta falta mutua. Para que el tiempo tome su curso sin tenernos en cuenta. Para no contar días, contar risas.
Para que cuando al fin pueda coexistir uno o dos minutos contigo, sea inmensamente feliz. No únicamente por contar con tu presencia, si no, por concretar los deseos de mi mente. Por soñar, vivir y quererte.
lunes, 23 de septiembre de 2013
Ven
Es mi voz contra la tuya. Quietud trasparente, diminuto circulo donde habita un sueño. Una vasta soledad de delgadas orillas que te atreviste a llenar, excavando un muro de indefinida sombra que me devuelve un eco más agudo que el grito en si mismo. Apenas dejé que tu mano rodeara mi cuerpo me sentí parte de ti. E inmediatamente te regalé el permiso para que rozaras mi piel, hasta los últimos rincones. Y fuimos más que dos, uno. Tus manos construyeron un puente transitable entre los límites y el infinito. Me brindas calma, preciada y añorada calma.Y hoy me enorgullezco de no tener que seguir hablando en un pretérito perfecto. Satisfecha, completa y feliz.
Tengo las ansias de un cuerpo en plena niñez, por descubrir a donde apuntará nuestra brújula del tiempo esta vez. Tengo el deseo de hacerte mio sin que dejes de ser tuyo. Tanta sensatez acumulada debe pertenecerte, sin excepciones. A pesar de mi egoísmo característico, no me es necesario abastecerme de ti por completo. Te perteneces y a mi me pertenece tu amor si así se quiere y con gusto lo recibiré. Sabré equidistar del amor y la locura la distancia más coherente posible. El sonido de nuestra respiración agitada nos envolverá y sabremos encontrarnos cuando nos apartemos de nuestro sendero.
Contigo todo es apacible en mi vida, déjame asaltar tu caos e intervenir en tus luchas internas, sumérgete en un océano de paz conmigo. Y haz de mi la mejor poeta de tus recovecos faciales que tan difíciles de olvidar, resultaron ser. La mejor guitarrista de tu cuerpo. Aunque no tengas acordes definidos, aprenderé a tocarte con manos de apacibilidad, con firmeza y amor. Deslizaré mis dedos por tu espalda, haré música tierna y lasciva hasta embriagar el alma. Y mientras pueda, mirarte fijamente a los ojos para llenarme de ti y ahogarme en la sensibilidad de tus pestañas. Donde desemboquen nuestros besos, besos tuyos y míos, o tal vez míos y tuyos porque el orden de los besos no altera el deseo. Ven, te grita un silencio inoportuno que se escabulle por mis apretados labios. No es igual imaginarte que tenerte, imaginarte me induce ansias desesperantes que te extrañan. Tenerte, tocarte y sentirte sacian todo rastro de añoranza. De todas formas, ven!!!
Ven que te extraño.
Tengo las ansias de un cuerpo en plena niñez, por descubrir a donde apuntará nuestra brújula del tiempo esta vez. Tengo el deseo de hacerte mio sin que dejes de ser tuyo. Tanta sensatez acumulada debe pertenecerte, sin excepciones. A pesar de mi egoísmo característico, no me es necesario abastecerme de ti por completo. Te perteneces y a mi me pertenece tu amor si así se quiere y con gusto lo recibiré. Sabré equidistar del amor y la locura la distancia más coherente posible. El sonido de nuestra respiración agitada nos envolverá y sabremos encontrarnos cuando nos apartemos de nuestro sendero.
Contigo todo es apacible en mi vida, déjame asaltar tu caos e intervenir en tus luchas internas, sumérgete en un océano de paz conmigo. Y haz de mi la mejor poeta de tus recovecos faciales que tan difíciles de olvidar, resultaron ser. La mejor guitarrista de tu cuerpo. Aunque no tengas acordes definidos, aprenderé a tocarte con manos de apacibilidad, con firmeza y amor. Deslizaré mis dedos por tu espalda, haré música tierna y lasciva hasta embriagar el alma. Y mientras pueda, mirarte fijamente a los ojos para llenarme de ti y ahogarme en la sensibilidad de tus pestañas. Donde desemboquen nuestros besos, besos tuyos y míos, o tal vez míos y tuyos porque el orden de los besos no altera el deseo. Ven, te grita un silencio inoportuno que se escabulle por mis apretados labios. No es igual imaginarte que tenerte, imaginarte me induce ansias desesperantes que te extrañan. Tenerte, tocarte y sentirte sacian todo rastro de añoranza. De todas formas, ven!!!
Ven que te extraño.
viernes, 20 de septiembre de 2013
Torpeza
Fieles conocedores de senderos estrechos e infinitos. Fieles conocedores de la sensibilidad a flor de piel. Y aún así tan inexpertos y tan crédulos, caminamos el uno sobre el otro al paso de los repiques de una canción. Atónitos, ante la calidez de nuestro tacto. Entorpeciendo cada partícula pensante que planea retomar sus funciones, después de entrelazar al menos dos palabras y diez mil latidos.
Quizás te resulte familiar el entreverar los conceptos, derecho y revés. Torpeza, torpeza fluyendo por todos mis poros. Mi intelecto está tan ocupado observando cada uno de tus detalles desde el asiento acompañante, que olvida el sentido de la razón. Incluso olvido ubicar mi mente en tiempo y espacio. Mi tiempo y mi espacio cada vez que te tengo a un par de centímetros, habita en tus pupilas. Mis receptores sensoriales reservan todas sus energías exclusivamente para ti. Los silencios gritan "me haces bien", por doquier. La suavidad con la que tus labios me rozan me impulsa a poner mis mejores cartas en juego. A mostrarte una única cara con mil expresiones distintas, con miles de sonrisas espontáneas que solo tienen un destinatario. Tú.
Negociar con mis sentidos nunca fue tan complicado, ya hacía mucho tiempo desde que eran ellos quienes dominaban cada partida nueva. No tienen intenciones de devolverme mi poder, te aceptan, te quieren. Cada uno de ellos, cualquiera de los cinco se sienten en casa cada vez que te perciben.
Por momentos creo no podría contar hasta diez invadida por la idiotez si tengo tu mano sobre mi. Pero la mediocridad nunca fue tan placentera. Y entregarme a la calidez de tu abrazo es una de las acciones de las que más me enorgullezco.
Agradezco tú valor al querer conocer que hay detrás de todas éstas letras, que hay detrás de toda ésta piel.
Tienes mi permiso para fluir entorno a mi barco, por mi bahía con total libertad. Pero advierto que voy a cobrar peaje cada vez que tu mano se pose sobre mi boca. Por lo tanto si alguna vez sientes que mis labios están sobre los tuyos, tienes el deber de corresponder. Es el precio que te pongo por flotar en mi océano.
Quizás te resulte familiar el entreverar los conceptos, derecho y revés. Torpeza, torpeza fluyendo por todos mis poros. Mi intelecto está tan ocupado observando cada uno de tus detalles desde el asiento acompañante, que olvida el sentido de la razón. Incluso olvido ubicar mi mente en tiempo y espacio. Mi tiempo y mi espacio cada vez que te tengo a un par de centímetros, habita en tus pupilas. Mis receptores sensoriales reservan todas sus energías exclusivamente para ti. Los silencios gritan "me haces bien", por doquier. La suavidad con la que tus labios me rozan me impulsa a poner mis mejores cartas en juego. A mostrarte una única cara con mil expresiones distintas, con miles de sonrisas espontáneas que solo tienen un destinatario. Tú.
Negociar con mis sentidos nunca fue tan complicado, ya hacía mucho tiempo desde que eran ellos quienes dominaban cada partida nueva. No tienen intenciones de devolverme mi poder, te aceptan, te quieren. Cada uno de ellos, cualquiera de los cinco se sienten en casa cada vez que te perciben.
Por momentos creo no podría contar hasta diez invadida por la idiotez si tengo tu mano sobre mi. Pero la mediocridad nunca fue tan placentera. Y entregarme a la calidez de tu abrazo es una de las acciones de las que más me enorgullezco.
Agradezco tú valor al querer conocer que hay detrás de todas éstas letras, que hay detrás de toda ésta piel.
Tienes mi permiso para fluir entorno a mi barco, por mi bahía con total libertad. Pero advierto que voy a cobrar peaje cada vez que tu mano se pose sobre mi boca. Por lo tanto si alguna vez sientes que mis labios están sobre los tuyos, tienes el deber de corresponder. Es el precio que te pongo por flotar en mi océano.
martes, 17 de septiembre de 2013
Lunares
Matices oscuros, sumisos, gastados. Caen, caen porqué letras cargadas de tu presencia maquillan mi alma. Las gotas se secan con cada resplandor, con cada abrir y cerrar de ojos. Incluso la humedad y sus formas deshabitan los rincones de mi mente. El lunar de tu frente a mi izquierda me invita a sonreír cada vez que evoca el punto focal de mis globos oculares. Los de tus mejillas tampoco tienen severas y decididas intenciones de armar sus valijas y retirarse de mi inconsciente. Podría continuar tomando prestado cada uno de los adornos de tu rostro para convertirlos en poesía, podría hablarte de amor, podría reiterar las ganas exageradas de tomar un trozo de ti y volverlo mi almohada. Pero sería un intento de masoquismo inconcluso que no haría más que acumular ganas inocuas de tomar no un trozo de ti, tomarlo todo. Proyectar egoísmo por doquier.
En los silencios de mi pentagrama me diste todas las respuestas, de una mente no te liberas cerrando los ojos me dije, mientras hacía el intento de volver al pavimento y dejar de navegar en las curvas de tu sonrisa.
Altas horas de la madrugada golpean las paredes de mis parpados, y me cantan una sutil canción para darme la bienvenida al insomnio romántico. Toco mis labios con mis dedos para recordar. Tu beso alarmó mi sistema nervioso y aún me tiembla el recuerdo. Y vuelve a invadirme la imagen que tantos estragos produjo en mi estas últimas noches, cómo la luz tenue que nos daba calor penetraba por cada poro de tu piel, haciendo de ti más que un ser, un poema. Subjetivo y real.
Deseos incesantes, infinitos. Ten la gentileza de visitar las líneas de mi cuerpo, haz uso de tus cinco dedos que tanto anhelo y aprecio, acentúa cada una y trazala. Como si navegaras por tus propios mares, sin restricciones. A menos que te lo pida no te detengas, mi piel recordará tus manos y mis receptores nerviosos te agradecerán a su debido tiempo. Conectando con los tuyos, ordenándome en mi desorden, para que pueda agradecer tanta paz acumulada.
Contigo no se trata de dar porque recibí, contigo quiero dar aunque no reciba. Escribirte aunque no me leas, no quiero hablarte de amor, quiero que lo sientas.
En los silencios de mi pentagrama me diste todas las respuestas, de una mente no te liberas cerrando los ojos me dije, mientras hacía el intento de volver al pavimento y dejar de navegar en las curvas de tu sonrisa.
Altas horas de la madrugada golpean las paredes de mis parpados, y me cantan una sutil canción para darme la bienvenida al insomnio romántico. Toco mis labios con mis dedos para recordar. Tu beso alarmó mi sistema nervioso y aún me tiembla el recuerdo. Y vuelve a invadirme la imagen que tantos estragos produjo en mi estas últimas noches, cómo la luz tenue que nos daba calor penetraba por cada poro de tu piel, haciendo de ti más que un ser, un poema. Subjetivo y real.
Deseos incesantes, infinitos. Ten la gentileza de visitar las líneas de mi cuerpo, haz uso de tus cinco dedos que tanto anhelo y aprecio, acentúa cada una y trazala. Como si navegaras por tus propios mares, sin restricciones. A menos que te lo pida no te detengas, mi piel recordará tus manos y mis receptores nerviosos te agradecerán a su debido tiempo. Conectando con los tuyos, ordenándome en mi desorden, para que pueda agradecer tanta paz acumulada.
Contigo no se trata de dar porque recibí, contigo quiero dar aunque no reciba. Escribirte aunque no me leas, no quiero hablarte de amor, quiero que lo sientas.
lunes, 16 de septiembre de 2013
Inestabilidad sensible
Un trago amargo de café me estabiliza en medio de la pos guerra. El ruido de las palabras me va dejando el corazón y la cabeza en silencio. El vidrio empañado de mi ventana retoma minutos anteriores, y me fugo de mi existencia para sumirme en la tuya. Y de repente ya no es la gravedad la que me sostiene a la tierra, de repente tú me sostienes. Dejando de lado la moral, la ética. Fluyendo a fuerza del deseo de nuestros impulsos. Nos escapábamos de nuestros cuerpos a través del tiempo y nos reencontrábamos en un mundo discreto y decente, donde el amor era una necesidad de alma y no un capricho humano. A unos pocos centímetros de los míos, tus ojos brillaban en la más plena oscuridad. Tus brazos rodearon mi cintura con la delicadeza de una sutil carcajada. Y tus manos siguieron el curso de los senderos de mi espalda. Lo mejor no era la caricia en si misma, si no su continuación. Sonreíste al ver que yo no protestaba, y acercaste tu boca a la mía. El primer contacto fue solo eso, un contacto muy suave. Suspiré y tú sonrisa se acentúo. Segundos después enredaste tus diez dedos en mi pelo y mi presencia psíquica tomo la mano de la tuya, fugándose así hasta lo más profundo de los límites pasionales. Podía oír como las gotas golpeaban los vidrios brutalmente, y aún así nada en ese instante me habría parecido brusco.
En tus labios encontraba paz, me encontraba. Esos eran los segundos que mi piel hubiera deseado congelar eternamente. Apreté tu mano con tanta fuerza que por momentos temí cortar circulación alguna. Pero aunque la intensidad superara cualquier tipo de restricción, todo y absolutamente todo estaba dentro de los parámetros de la suavidad más atípica, que había tenido el placer de conocer.
Exhalabas la pureza de la raza humana que luego yo tendría el honor de inhalar. Jugando a los incógnitos nuestros únicos espectadores eran los árboles, que nutrían su naturaleza de la nuestra.
¿Qué estás haciendo conmigo y con mis sentidos? Te pediría que me devolvieras el control sobre mi misma, pero sería como tener los mejores naipes y no saber jugar el juego. Inútil. No hagas uso sobrevaluado de tu poder, ni de mi inestabilidad ante el calor de tu tacto. Ya me es suficiente admitir que construyo mi imperio bajo el régimen de tus caricias.
En tus labios encontraba paz, me encontraba. Esos eran los segundos que mi piel hubiera deseado congelar eternamente. Apreté tu mano con tanta fuerza que por momentos temí cortar circulación alguna. Pero aunque la intensidad superara cualquier tipo de restricción, todo y absolutamente todo estaba dentro de los parámetros de la suavidad más atípica, que había tenido el placer de conocer.
Exhalabas la pureza de la raza humana que luego yo tendría el honor de inhalar. Jugando a los incógnitos nuestros únicos espectadores eran los árboles, que nutrían su naturaleza de la nuestra.
¿Qué estás haciendo conmigo y con mis sentidos? Te pediría que me devolvieras el control sobre mi misma, pero sería como tener los mejores naipes y no saber jugar el juego. Inútil. No hagas uso sobrevaluado de tu poder, ni de mi inestabilidad ante el calor de tu tacto. Ya me es suficiente admitir que construyo mi imperio bajo el régimen de tus caricias.
domingo, 8 de septiembre de 2013
Relatos
Sublimes e infames suspiros, palabras guardadas en un cajón. Canciones aleatorias dejando escapar partículas sonoras. Lunares, ¿que estás pensando?. ¿Porqué te ríes?.
Gotas espesas y profundas de algo a lo que podemos atribuirle el término de sensibilidad. Tacto repentino, reacciones inmediatas. Sistema nervioso funcionando al pié de la letra. ¿Dónde estabas?. ¿Que tan cerca, para que pudiera oírte respirar?. Ojos vidriosos, a punto de soltar una sutil carcajada. Simplemente no decíamos nada. Sin palabras, para no poner un alto a nuestras glándulas sensoriales. Inhalábamos el mismo aire, súbitamente sincronizados. Los peces nadaban en nuestras bocas, sedientos de oxigeno. Sedientos de sentirse el uno al otro en perfecta comunión con los minutos. La médula espinal rogaba una caricia. Cualquier sonido externo a nuestro círculo de un par de centímetros de diámetro, estaba fuera de nuestra órbita. Breves temblores internos tensaban la piel. Meñique, anular, indice, pulgar bailaban el vals en mi rostro. Dibujé figuras desproporcionadas en tus mejillas, para no tener que recobrar la cordura de lo exacto. ¿Porqué te ríes? preguntaste, por nada respondí. Dentro mío mis células colisionaban provocando un caos placentero que no producía más que leves sonrisas a las cuales intentabas buscarles el porqué de los porqués que no tenían. Solo eran sonrisas, puras y continuas. De vez en cuando retomaba la conciencia de lo que sonaba en el fondo del escenario que habíamos creado improvisadamente. Y una vez más un soberbio impulso maquillaba las notas de la canción hasta que casi no se oían, una vez más encerraba mi conciencia en nuestro círculo. Las yemas de mis dedos captaban todo movimiento, ¿donde estabas? ¿Que tan cerca para que pudiera oírte respirar?. Y así la dictadura que gobernaba nuestros labios calló ante la necesidad de sentir tu complemento.
Gotas espesas y profundas de algo a lo que podemos atribuirle el término de sensibilidad. Tacto repentino, reacciones inmediatas. Sistema nervioso funcionando al pié de la letra. ¿Dónde estabas?. ¿Que tan cerca, para que pudiera oírte respirar?. Ojos vidriosos, a punto de soltar una sutil carcajada. Simplemente no decíamos nada. Sin palabras, para no poner un alto a nuestras glándulas sensoriales. Inhalábamos el mismo aire, súbitamente sincronizados. Los peces nadaban en nuestras bocas, sedientos de oxigeno. Sedientos de sentirse el uno al otro en perfecta comunión con los minutos. La médula espinal rogaba una caricia. Cualquier sonido externo a nuestro círculo de un par de centímetros de diámetro, estaba fuera de nuestra órbita. Breves temblores internos tensaban la piel. Meñique, anular, indice, pulgar bailaban el vals en mi rostro. Dibujé figuras desproporcionadas en tus mejillas, para no tener que recobrar la cordura de lo exacto. ¿Porqué te ríes? preguntaste, por nada respondí. Dentro mío mis células colisionaban provocando un caos placentero que no producía más que leves sonrisas a las cuales intentabas buscarles el porqué de los porqués que no tenían. Solo eran sonrisas, puras y continuas. De vez en cuando retomaba la conciencia de lo que sonaba en el fondo del escenario que habíamos creado improvisadamente. Y una vez más un soberbio impulso maquillaba las notas de la canción hasta que casi no se oían, una vez más encerraba mi conciencia en nuestro círculo. Las yemas de mis dedos captaban todo movimiento, ¿donde estabas? ¿Que tan cerca para que pudiera oírte respirar?. Y así la dictadura que gobernaba nuestros labios calló ante la necesidad de sentir tu complemento.
martes, 27 de agosto de 2013
Sueños despiertos
Pocas cosas entre tanta palabrería cobran sentido en algunas noches melancólicas. Noches prestadas que le pertenecen al sueño. Gargantas secas, lastimadas. No pueden hoy emitir un grito elocuente que lucha por florecer y se golpea contra todos los rincones de mi cuerpo. Hoy, hoy que no puedo casi que hablar porque me pesan las palabras, extrañé esa nada que había entre nosotros. Sutil y callada, sobrentendida y total.
Hoy la densidad de mi té baja a paso lento, pausado. Siquiera puedo percibir si disminuye o está estática.
Hoy la densidad de mi té baja a paso lento, pausado. Siquiera puedo percibir si disminuye o está estática.
A mi izquierda una guitarra, a mi derecha nosotros. El espejo de mi habitación juega conmigo, me invita a la autocrítica, a la verdad. Pero dentro de mi estómago los insectos que tomaron mis órganos me muestran lo que todos queremos ver, lo que yo quiero ver.
Un bostezo inoportuno me dice que debo dejar de soñar con los ojos abiertos, con tacto me advierte sobre los peligros de confiar. Suspiros contagiosos me recuerdan lo lindo de tus ojos. Y como reacción contradictoria ambas partes comienzan a sostener su verdad.
Voluptuosas ganas de que me gane la vigilia. Para no tener que enfrentarme cara a cara con el lado más débil de lo reciproco. Miedo, le dicen algunos. Estupidez, le digo yo.
Tengo tantas pocas ganas de sentir, o mejor dicho tantas pocas ganas de recordar lo que sentí. Pero a su vez infinitas ganas de que me leas y refutar tus teorías sobre lo imposible del amor. Tú me lees porque piensas que te escribo, lo cual no está mal. Ya que es sumamente cierto. Pero yo te escribo pensando que me lees, lo cual es terrible. La dependencia emocional es el peor error humano. Pero gracias a algún ser sobrenatural, no me volví dependiente de tus palabras, porque no dices nada. Pero lo que es aún peor, me volví dependiente de tus ganas de sentirme.
miércoles, 21 de agosto de 2013
Hipocresía
Hace un par de errores atrás, supuse haberme encontrado conmigo misma. Elegantes melodías acariciaban mis oídos, pero el golpe todo quiebra. Las partituras ardían. La primavera crónica en la que estábamos sumidos se resquebrajaba y el frió inundaba cada poro.
Los pasos se alejaban y no existía el recuerdo dulce.Me refugie en lo que creí que era, en mi misma. Mientras que hibernaban mis emociones, mi piel armaba sus valijas y me volvía una ególatra intolerante a las caricias. Victima de una tormenta efímera, un sosiego inminente y una hoja en blanco.
El calendario envejece a ritmo pausado, y arrastra consigo las enérgicas melancolías. Lo trivial se vuelve cotidiano y una vez más, el ciclo vuelve a iniciar. Optaría por desandar lo caminado, o borrar huellas. E incluso colocar los acentos en las palabras que carecieron de fuerza, pero no es posible tanta cobardía acumulada. El pretérito imperfecto yació sobre el resplandeciente pavimento. La vida nos estrujo con ímpetu, y ahora vivimos con el acierto que nos faltó en aquel instante. Todos idolatramos el bien y sin embargo nos envuelve el mal. Todos defendemos la verdad y dependemos de la hipocresía. Tanto así, que nos inclinamos como moralistas y humanitarios cuando en el fondo todos contribuimos para formar la misma porquería.
Que complicado se nos hace encontrarnos a nosotros mismos, nos pesa tanto la imperfección que acabamos por comportarnos como perfectos humanos. Inútiles. Asumir que lo somos, debe ser la tarea más difícil en materia de dificultades infecciosas. Trazamos una vida de tiza, con carbón.
Los pasos se alejaban y no existía el recuerdo dulce.Me refugie en lo que creí que era, en mi misma. Mientras que hibernaban mis emociones, mi piel armaba sus valijas y me volvía una ególatra intolerante a las caricias. Victima de una tormenta efímera, un sosiego inminente y una hoja en blanco.
El calendario envejece a ritmo pausado, y arrastra consigo las enérgicas melancolías. Lo trivial se vuelve cotidiano y una vez más, el ciclo vuelve a iniciar. Optaría por desandar lo caminado, o borrar huellas. E incluso colocar los acentos en las palabras que carecieron de fuerza, pero no es posible tanta cobardía acumulada. El pretérito imperfecto yació sobre el resplandeciente pavimento. La vida nos estrujo con ímpetu, y ahora vivimos con el acierto que nos faltó en aquel instante. Todos idolatramos el bien y sin embargo nos envuelve el mal. Todos defendemos la verdad y dependemos de la hipocresía. Tanto así, que nos inclinamos como moralistas y humanitarios cuando en el fondo todos contribuimos para formar la misma porquería.
Que complicado se nos hace encontrarnos a nosotros mismos, nos pesa tanto la imperfección que acabamos por comportarnos como perfectos humanos. Inútiles. Asumir que lo somos, debe ser la tarea más difícil en materia de dificultades infecciosas. Trazamos una vida de tiza, con carbón.
domingo, 18 de agosto de 2013
Yo también
Tanta palabrería vacía nutre un punto de vista rasgado de la realidad. Por falta de voluntad la obligación asume un papel protagonista. Por falta de puntos comprendí el valor de las comas. Ansias incesantes hicieron de mi inmunidad dependiente de tus gestos. Soplos de aire tibios me empujaron al calor de tu abrazo tan efímero como eterno. Tardío y vulnerable, tranquilo y paciente. Dejando caer cumplidos sinceros, brindando tu amor con un cuenta gotas. Pero justo, siempre justo a tiempo.
A falta de espejos, no encontré mejor reflejo que el de mis ojos sobre los tuyos. Pasos lentos adornan mi regreso a casa.
Tome prestadas muchas horas del reloj, que luego tuve que devolver. Pero en su momento fueron más que útiles, imprescindibles. Versos mudos fueron suficientes, no necesité decir nada para que me entendieras.
Miradas penetrantes invaden nuestro espacio. Los poemas brotan en cada esquina de tu sonrisa. Melodías, una tras otra. Se esfuerzan por transmitirme tu recuerdo que siquiera podría decir que es un recuerdo, si no más bien un estado anímico.
Esa noche nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo de aliento. Tus manos encajaban con precisión entre las mías. Nuestra respiración recorría los rincones de la habitación, y una sutil melodía se producía cada vez que un suspiro brotaba de nuestros labios. A falta de abstinencia, nos teníamos. A falta de calor, un abrazo. A falta de cariño, me querías. A falta de ti, yo también.
A falta de espejos, no encontré mejor reflejo que el de mis ojos sobre los tuyos. Pasos lentos adornan mi regreso a casa.
Tome prestadas muchas horas del reloj, que luego tuve que devolver. Pero en su momento fueron más que útiles, imprescindibles. Versos mudos fueron suficientes, no necesité decir nada para que me entendieras.
Miradas penetrantes invaden nuestro espacio. Los poemas brotan en cada esquina de tu sonrisa. Melodías, una tras otra. Se esfuerzan por transmitirme tu recuerdo que siquiera podría decir que es un recuerdo, si no más bien un estado anímico.
Esa noche nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo de aliento. Tus manos encajaban con precisión entre las mías. Nuestra respiración recorría los rincones de la habitación, y una sutil melodía se producía cada vez que un suspiro brotaba de nuestros labios. A falta de abstinencia, nos teníamos. A falta de calor, un abrazo. A falta de cariño, me querías. A falta de ti, yo también.
martes, 13 de agosto de 2013
Desván
Fuimos un desfile de puntos suspensivos tras surcar caminos inciertos, plagados de especulación, antes de llamarnos a nosotros mismos punto y aparte. A paso sereno y pausado, paz y simpleza van de la mano cada vez que intento hablar de ti. Ojos brillantes que gritan por tocar la realidad de otra manera. Luces que prenden y apagan dentro mi cabeza. Palabras tiesas pero sinceras con que enseñas el arte de quererte. Esquinas cruzadas, verdad y mentira. Miedo y valentía. Ser intermitente, neurótico que dice ser inhóspito, a mi criterio para nada rebuscado y dócil irradias condiciones habitables. A decir verdad, irradias delicadeza disfrazada de hostilidad.
Que difícil resultó labrar en tus campos. La dificultad placentera te invade, y nutre mis ganas por habitar a tus alrededores. Esa intensidad con la que te proclamas extranjero hacia nuestra raza, ajeno al sentimiento. Actitud digna de recibir aplausos merecidos, actitud digna de recibir amor.
En el desván de mi sonrisa, rige tu imperio. Aboliendo cualquier especie de cotidianidad. No hay nada cotidiano en tu pensar, no hay nada que me evite entregar el tiempo que no tengo y el abrazo que me sobra. Promotores oficiales del silencio, opacamos las palabras con notas dulces. Oraciones cortas y canciones largas constituyen nuestros recuerdos más lindos. Nuestros en el caso más optimista, míos en cualquiera de los casos. Humildad exagerada, agradecimientos innecesarios forman hoy el pentagrama paulatino que ambos construimos intencionalmente. Sonidos llenos de voltaje alimentan las noches de insomnio cuando decides acompañar mi café con un poco de tus costumbres bohemias. Con tus peculiares percepciones de las cosas, que hoy pintan mis pupilas de múltiples pensamientos antes de dormir. Mis manos sutilmente te tocan en el fondo de mi imaginación, sumiso y tranquilo. Digno de mi pensar.
lunes, 12 de agosto de 2013
Causales
Con un intento disimulado de pasar desapercibidos para evitar el martirio consiguiente, que adorna las noches antes de dormir. Pongo mis mayores esfuerzos sobre la mesa, mis mejores cartas hoy rondan tus avenidas. Esperando intercambiar miradas que alimenten nuestro insomnio. La tinta se intensifica a medida que a paso lento recorro tus aguas. Pierdo el sentido del espacio cada vez que le otorgo a mi curiosa mente el poder de divagar con toda espontaneidad. Pero aún más curioso es que seas tú quién lleva las riendas de mi imaginación. Labios apretados, desesperados por soltar todo lo que callan, son hoy los que acaban por dibujar mi rostro. La inestabilidad recorre mi torrente sanguíneo y rápidamente se convierte en la responsable de dudas, innecesarias acumuladas en un rincón de mi ingenio.
Miedo, para que rebuscarlo si todos sabemos de su existencia. Miedo, solo es miedo. Esquemas pequeños y concretos son los que acostumbro frecuentar, grandes vacíos demográficos como tu alma son en los que alguna vez espero reinar. Miedo una vez más, miedo a lo desconocido le dicen algunos. Miedo al amor le dicen otros, por mi parte prefiero llamarlo solo miedo, insensato e inútil, que empeña sus mejores armas en desvanecer las certezas que con tanto esfuerzo y dedicación aspiré concretar algún día.
Ambos tenemos miedo, a pesar tus intentos inadmisibles y mi condición para evadir mi propio pensamiento. Ambos tenemos miedo.
Fluimos puros entre la corriente, impulsados por los vientos que nos encuadran una historia de vaivenes. Hoy somos dueños de la espontaneidad que tanto nos produce. Victimas de sensaciones que queremos ignorar, y aún teniendo la certera certeza de que no podemos ignorarlas, lo intentamos. Escondiéndonos en el fondo de un placard de sueños, albergando con nosotros mismos el control de los causales.
Queriendo evitar que cargues con el peso de ser mi complemento, refugio mis palabras en algún atracadero. Hoy, decidí entregar lo poco que aún conservo completo en mi a la fluídes de tu pensamiento. Hoy puedo decir que mis aguas son tus aguas, y juntos somos un gran océano que aún tiene mucho por descubrir.
Miedo, para que rebuscarlo si todos sabemos de su existencia. Miedo, solo es miedo. Esquemas pequeños y concretos son los que acostumbro frecuentar, grandes vacíos demográficos como tu alma son en los que alguna vez espero reinar. Miedo una vez más, miedo a lo desconocido le dicen algunos. Miedo al amor le dicen otros, por mi parte prefiero llamarlo solo miedo, insensato e inútil, que empeña sus mejores armas en desvanecer las certezas que con tanto esfuerzo y dedicación aspiré concretar algún día.
Ambos tenemos miedo, a pesar tus intentos inadmisibles y mi condición para evadir mi propio pensamiento. Ambos tenemos miedo.
Fluimos puros entre la corriente, impulsados por los vientos que nos encuadran una historia de vaivenes. Hoy somos dueños de la espontaneidad que tanto nos produce. Victimas de sensaciones que queremos ignorar, y aún teniendo la certera certeza de que no podemos ignorarlas, lo intentamos. Escondiéndonos en el fondo de un placard de sueños, albergando con nosotros mismos el control de los causales.
Queriendo evitar que cargues con el peso de ser mi complemento, refugio mis palabras en algún atracadero. Hoy, decidí entregar lo poco que aún conservo completo en mi a la fluídes de tu pensamiento. Hoy puedo decir que mis aguas son tus aguas, y juntos somos un gran océano que aún tiene mucho por descubrir.
sábado, 10 de agosto de 2013
Efectos Secundarios
Detesto tus costumbres, tus silencios y a mi misma por extrañar cada uno de tus detalles con tanta intensidad. Trazando rutas, volviendo a casa. Sola, para que mi conciencia me apabulle y me recuerde cada uno de tus lunares. Sola, porque no me atrevo siquiera a pensar en olvidarte. Un pie y luego el otro, pereza incesante que no me permite pensar en el paso siguiente, si no más bien me exige tranquilidad.
Tranquilidad que me sobra, y la cual prefiero donar a personas con exceso de acontecimientos, si hablando claro y fuerte a mi hace mucho tiempo dejaron de ocurrirme anomalías.
Y como resultado de la monotonía, lo único que me quedaron fueron mis pedazos de romanticismo dramático y proyectos archivados en una de las mil cien carpetas que albergan lo poco que conservo de ti, plasmado en unas miles de letras que cuido y que no se irán como tú lo hiciste.
Recogiendo las piezas del puzzle que nunca terminé de armar, suelo proyectar una posible reconstrucción de mis sentidos. Caminamos muy lejos, y debimos haber dado vuelta antes de que nos adentráramos en un terreno que no nos correspondía.
Ahora ya no caminamos juntos y mientras yo oprimo tecla tras tecla y oigo un sin fin de canciones en las que encontrar inspiración, tú te encuentras donde mi voz no llega.
De alguna forma u otra siento que no quiero despegarme de lo que alguna vez fuimos, y si doy un paso al costado me estaría dando por vencida, bajando los brazos y cediendo el lugar que sé que me corresponde. En mi mente se desarrolla una lucha interna que no quiere cesar. Mi razón contra mis ganas de tenerte conmigo. Siquiera estoy de alguno de los dos lados, puede que me mantenga neutra, puede que cada día te extrañe más. Así como también puede que el silencio esté acabando con mi cordura. Pero puedo vivir con eso. No es más que uno de los tantos efectos secundarios de quererte.
Tranquilidad que me sobra, y la cual prefiero donar a personas con exceso de acontecimientos, si hablando claro y fuerte a mi hace mucho tiempo dejaron de ocurrirme anomalías.
Y como resultado de la monotonía, lo único que me quedaron fueron mis pedazos de romanticismo dramático y proyectos archivados en una de las mil cien carpetas que albergan lo poco que conservo de ti, plasmado en unas miles de letras que cuido y que no se irán como tú lo hiciste.
Recogiendo las piezas del puzzle que nunca terminé de armar, suelo proyectar una posible reconstrucción de mis sentidos. Caminamos muy lejos, y debimos haber dado vuelta antes de que nos adentráramos en un terreno que no nos correspondía.
Ahora ya no caminamos juntos y mientras yo oprimo tecla tras tecla y oigo un sin fin de canciones en las que encontrar inspiración, tú te encuentras donde mi voz no llega.
De alguna forma u otra siento que no quiero despegarme de lo que alguna vez fuimos, y si doy un paso al costado me estaría dando por vencida, bajando los brazos y cediendo el lugar que sé que me corresponde. En mi mente se desarrolla una lucha interna que no quiere cesar. Mi razón contra mis ganas de tenerte conmigo. Siquiera estoy de alguno de los dos lados, puede que me mantenga neutra, puede que cada día te extrañe más. Así como también puede que el silencio esté acabando con mi cordura. Pero puedo vivir con eso. No es más que uno de los tantos efectos secundarios de quererte.
martes, 6 de agosto de 2013
Semana lluviosa
Podría ser el peso de la distancia cuando lleva tu nombre, o un desgaste. Con la mente cansada y tanto para pensar..
A veces era domingo y llovía. A veces oscurecía de pronto y las casas encendían sus luces al fondo de la noche. En una de aquellas luces yo te imaginaba. Tus juegos, los míos. Cantándole canciones al viento, canciones mías, canciones tuyas. Extrañando instantes efímeros, extrañando labios ajenos. Y como la imaginación es perversa y no sabe de derrotas, te imaginaba a ti. Imaginándome a mi del mismo modo. A veces era lunes y llovía. A veces tengo que juntar ganas durante unos minutos para mover un pie, sueños turbios y mañanas maltratadas que me dejan sin aliento, voces dispersas que anhelan atención. El camino al colegio en esos días es una de las cosas más irritantes que conozco. Paso tras paso, arrastrando los pies con pocas ganas de existir. Cada esquina, es la pausa tan esperada que me hace tener que prestar atención, si es que quiero llegar a alguna parte. El desánimo me hunde en la más oscura certeza. Y si, aveces era martes y llovía. Recordar un arduo itinerario, apartarte para poder continuar en palabras aún más básicas. Saltear baldosas complicadas, caminar y enfrentar la vida con la mejor cara. Para no aburrir a cada ser humano con el que tenga que intercambiar palabras con historias cruzadas, y segundos platos.
Y ni hablemos de los miércoles lluviosos que cargan en sus brazos la carga de casi media semana. Uniforme mal planchado, andar aún más lento y para variar acordes impertinentes que se escapan de sus casillas para contribuir a las tertulias frecuentes.
Y de vez en cuando era jueves y llovía. Jueves elocuentes que me dan una mano, con gotas menos pesadas. Siempre tan considerados.
Viernes y sábados pasan juntos de la mano por delante de mis ojos más rápido de lo que puedo recordar. Puede que sean los mejores aliados para levantar la semana monótona, un poco de nicotina para agilizar y unas gotas de alcohol en mi torrente sanguíneo para que las sonrisas no se finjan. Y aunque sean sonrisas causa de una reacción entre una sustancia y mi poca tolerancia, son sonrisas que te invocan.
A veces era domingo y llovía. A veces oscurecía de pronto y las casas encendían sus luces al fondo de la noche. En una de aquellas luces yo te imaginaba. Tus juegos, los míos. Cantándole canciones al viento, canciones mías, canciones tuyas. Extrañando instantes efímeros, extrañando labios ajenos. Y como la imaginación es perversa y no sabe de derrotas, te imaginaba a ti. Imaginándome a mi del mismo modo. A veces era lunes y llovía. A veces tengo que juntar ganas durante unos minutos para mover un pie, sueños turbios y mañanas maltratadas que me dejan sin aliento, voces dispersas que anhelan atención. El camino al colegio en esos días es una de las cosas más irritantes que conozco. Paso tras paso, arrastrando los pies con pocas ganas de existir. Cada esquina, es la pausa tan esperada que me hace tener que prestar atención, si es que quiero llegar a alguna parte. El desánimo me hunde en la más oscura certeza. Y si, aveces era martes y llovía. Recordar un arduo itinerario, apartarte para poder continuar en palabras aún más básicas. Saltear baldosas complicadas, caminar y enfrentar la vida con la mejor cara. Para no aburrir a cada ser humano con el que tenga que intercambiar palabras con historias cruzadas, y segundos platos.
Y ni hablemos de los miércoles lluviosos que cargan en sus brazos la carga de casi media semana. Uniforme mal planchado, andar aún más lento y para variar acordes impertinentes que se escapan de sus casillas para contribuir a las tertulias frecuentes.
Y de vez en cuando era jueves y llovía. Jueves elocuentes que me dan una mano, con gotas menos pesadas. Siempre tan considerados.
Viernes y sábados pasan juntos de la mano por delante de mis ojos más rápido de lo que puedo recordar. Puede que sean los mejores aliados para levantar la semana monótona, un poco de nicotina para agilizar y unas gotas de alcohol en mi torrente sanguíneo para que las sonrisas no se finjan. Y aunque sean sonrisas causa de una reacción entre una sustancia y mi poca tolerancia, son sonrisas que te invocan.
lunes, 5 de agosto de 2013
Replay
Trapos despojados de mentiras en el rincón de mi habitación. La estupidez arrepentida me abandona y al fin bandera blanca al corazón. Replay a las mil canciones que te dicen adiós. Replay a las otras tantas que me recuerdan tu voz. Gota pulcra y desahuciada arma las valijas y en un leve movimiento me recorre sin pudor. En el vaivén de mi piel arrastro consigo cualquier rastro de dolor. Hubieron un sin fin de cosas que nunca dije, que callé, que guardé que con gusto me formaron en mi lucha por obtener el titulo de nobleza en tu reinado. Hubieron sensaciones, ocasiones en las que creí formar parte de una amplia aristocracia pero con privilegios especiales. Manos entrecruzadas, miradas, besos y un poco más. Hubieron tantas letras y tantas oraciones como estas, fueron tantas despedidas inconclusas que olvidé cuando dijimos adiós.
Bajo las uñas de lo que alguna vez tuvo un sentido paranoico pero sensato quedaron guardados los kilómetros que recorriste, los borradores que tiré, el valor de lo recíproco.
Y me replanteo si de verdad todo acabó, o es uno más de tus simulacros anti adicción. O efectos secundarios de tu enfermedad contra la conservación y con poca suerte tu necesidad por la variedad.
La verdad de las verdades es que no la hay, la verdad, es que la verdad es la relativa y en este trabalenguas redundante aflora el optimismo por encontrar vías alternativas que me devuelvan mi puesto, mi lugar, mis ganas.
Y entre tanta encrucijada que me desborda la boca, y entre tanta cosa que nunca te dije, no hay lugar mejor que estar en vos.
Bajo las uñas de lo que alguna vez tuvo un sentido paranoico pero sensato quedaron guardados los kilómetros que recorriste, los borradores que tiré, el valor de lo recíproco.
Y me replanteo si de verdad todo acabó, o es uno más de tus simulacros anti adicción. O efectos secundarios de tu enfermedad contra la conservación y con poca suerte tu necesidad por la variedad.
La verdad de las verdades es que no la hay, la verdad, es que la verdad es la relativa y en este trabalenguas redundante aflora el optimismo por encontrar vías alternativas que me devuelvan mi puesto, mi lugar, mis ganas.
Y entre tanta encrucijada que me desborda la boca, y entre tanta cosa que nunca te dije, no hay lugar mejor que estar en vos.
lunes, 29 de julio de 2013
Por momentos
En todos los labios había risas, inspiración en todos los cerebros, amor en cada una de las personas que me rodeaban aquella noche. Por momentos creí tomar las riendas de mi inconsciente. Por momentos noté que tan indefensa podía llegar a ser. Siquiera podía permitirme cerrar los ojos, si lo hacía estaba expuesta que profanara el sentimiento nacido del dolor y la ternura. Me contuve. Pinté una sonrisa sobre mis labios y fue tan poco verdadera que podría apostar que si alguien hubiera estado mirándome, con delicadeza habría soltado una sutil carcajada.
Flotaba un poema de amor y amargura en cada bocado que llevaba a mi boca, nunca había tenido tantas ganas de desaparecer. De fondo sonaba una vieja canción que conocíamos "habla poco claro, pero nunca habla de más" mi sistema nervioso ordenó bajar los cubiertos y le exigió a mis ojos que se cerraran. Por un efímero momento los nudos en la garganta golpeaban todas las paredes de mi cuerpo. Cómo pude tomé un vaso de agua y con el se diluyeron. ¿Como te ha ido? escuché, quise hacer oídos sordos para no tener que responder pregunta tan absurda. Pero no me quedó más alternativa que fingir una sonrisa política y perfecta, tragar los nudos, aparentar serenidad y responder: Bien. Jamás había necesitado como entonces un poco de nicotina para que esta vez realmente la serenidad se apoderara de mi.
Me levanté de mi mesa, y vi que una pared decía "Fumadores" por momentos me sentí nefasta, no quería pertenecer a esa categoría. Pero no pude retractarme y tras unas pitadas obligadas, meramente asquerosas. Volví hacia el sitio que estaba. Mi mente me pasaba recados para no apartarte siquiera dos milésimas de segundo.
Exquisito, profundo y verdadero. Doloroso por momentos, pero en ese instante eras mi mejor aliado a pesar de que no pudiera llevar una cena con mi familia de forma habitual. Miré hacia mi costado y te extrañé tanto, que aún recuerdo el sabor de ese trago amargo al que tuve que recurrir para no levantarme nuevamente de mi silla y generar sospecha alguna de que no estaba en mejor estado anímico. Una vez terminada la actuación, era hora de irnos. Sería redundante si mencionó que te adueñaste de mi regreso a casa. Una vez en mi habitad, mi dormitorio, mi cama y mis ganas de explotar. Dejé caer mi cabeza sobre las cinco almohadas que tanto criticabas, y en un abrir y cerrar de ojos, mi cuerpo apuntó hacia la pared. Y nuevamente extrañé tanto que estuvieras allí. Por momentos al pestañear veía un par de puntos asomándose por la pared. No tenía una gota de estupefacientes en mi, excepto aquel desagradable cigarrillo que aún me reuso a recordar. Solo tenía diminutas ganas de dormir. Diminutas ganas de poder enviarte un precario mensaje, pero dudé de que tan reciproco pudo haber sido ese mensaje, por lo cual los intentos solo fueron miradas provocativas hacia mi celular. Estoy al tanto de tu gran orgullo poco inspirador. Y un tanto desalentador.
Esa noche me quedé dormida entre pensamiento y pensamiento. Recuerdo haberte soñado. Hoy abrí los ojos y no tuve opción, te convertí en el primer recuerdo del día. Que complicada que se torna la existencia en épocas de desamor. Hoy leí en alguna parte que aunque nos olvidemos de olvidar, el recuerdo nos olvida. Me reí al comprender la frase, me pareció estúpida de hecho. Pero ahora desearía poder creer en algo, siquiera en el. Aparte de mi conciencia y mis mundos utópicos no hay nada que se le asemeje, nada que erradique los nudos de mi garganta por completo. Nadie como tú.
Flotaba un poema de amor y amargura en cada bocado que llevaba a mi boca, nunca había tenido tantas ganas de desaparecer. De fondo sonaba una vieja canción que conocíamos "habla poco claro, pero nunca habla de más" mi sistema nervioso ordenó bajar los cubiertos y le exigió a mis ojos que se cerraran. Por un efímero momento los nudos en la garganta golpeaban todas las paredes de mi cuerpo. Cómo pude tomé un vaso de agua y con el se diluyeron. ¿Como te ha ido? escuché, quise hacer oídos sordos para no tener que responder pregunta tan absurda. Pero no me quedó más alternativa que fingir una sonrisa política y perfecta, tragar los nudos, aparentar serenidad y responder: Bien. Jamás había necesitado como entonces un poco de nicotina para que esta vez realmente la serenidad se apoderara de mi.
Me levanté de mi mesa, y vi que una pared decía "Fumadores" por momentos me sentí nefasta, no quería pertenecer a esa categoría. Pero no pude retractarme y tras unas pitadas obligadas, meramente asquerosas. Volví hacia el sitio que estaba. Mi mente me pasaba recados para no apartarte siquiera dos milésimas de segundo.
Exquisito, profundo y verdadero. Doloroso por momentos, pero en ese instante eras mi mejor aliado a pesar de que no pudiera llevar una cena con mi familia de forma habitual. Miré hacia mi costado y te extrañé tanto, que aún recuerdo el sabor de ese trago amargo al que tuve que recurrir para no levantarme nuevamente de mi silla y generar sospecha alguna de que no estaba en mejor estado anímico. Una vez terminada la actuación, era hora de irnos. Sería redundante si mencionó que te adueñaste de mi regreso a casa. Una vez en mi habitad, mi dormitorio, mi cama y mis ganas de explotar. Dejé caer mi cabeza sobre las cinco almohadas que tanto criticabas, y en un abrir y cerrar de ojos, mi cuerpo apuntó hacia la pared. Y nuevamente extrañé tanto que estuvieras allí. Por momentos al pestañear veía un par de puntos asomándose por la pared. No tenía una gota de estupefacientes en mi, excepto aquel desagradable cigarrillo que aún me reuso a recordar. Solo tenía diminutas ganas de dormir. Diminutas ganas de poder enviarte un precario mensaje, pero dudé de que tan reciproco pudo haber sido ese mensaje, por lo cual los intentos solo fueron miradas provocativas hacia mi celular. Estoy al tanto de tu gran orgullo poco inspirador. Y un tanto desalentador.
Esa noche me quedé dormida entre pensamiento y pensamiento. Recuerdo haberte soñado. Hoy abrí los ojos y no tuve opción, te convertí en el primer recuerdo del día. Que complicada que se torna la existencia en épocas de desamor. Hoy leí en alguna parte que aunque nos olvidemos de olvidar, el recuerdo nos olvida. Me reí al comprender la frase, me pareció estúpida de hecho. Pero ahora desearía poder creer en algo, siquiera en el. Aparte de mi conciencia y mis mundos utópicos no hay nada que se le asemeje, nada que erradique los nudos de mi garganta por completo. Nadie como tú.
martes, 23 de julio de 2013
Sin más
Escribir para no desaparecer me dije, mientras recopilaba fragmentos perdidos de uno de mis días mas inestables. Intenté escribir un sin fin de textos descriptivos vacíos para no pensarte. No hoy, me dije.
El sol se mostraba como un homicida intenso de mil intentos que acabaron su ciclo vital en el deposito de poemas perdidos que adorna la esquina de mi habitación. En la colisión de luz e incógnitas, la inexistencia de certeza estaba acabando con mi estabilidad nefasta. No quería hablar sobre mis paredes rosa viejo contrastando con cortinas color lavanda, no quería buscar una bonita forma de describir el desorden catastrófico en el que me encontraba. Siquiera quería escribir acerca de nada que no te involucrara. Por uno o quizás dos instantes sostuve mi lápiz con mi mano izquierda y te pensé. Fue lo suficientemente placentero poder hacerlo, había pasado minutos e incluso horas evadiendo cualquier cercanía con tu persona. Fue tan placentero que me resigné a mis ratos de escritura. Y si, hoy si, me respondí a mi misma. Es tan estúpido intentar combatir la irrefutable verdad. Una vez más surcaba en los laberintos de tu geografía. Los primeros tres minutos enojada conmigo misma por ser tan crédula. Las últimas tres eternidades, agradecida de mi capacidad creativa que te mantiene en tu pedestal característico. La estupidez me invadía sin ningún tipo de restricción o al menos compasión. Lo ridículo y nulo de mi posición en tu historia se ocultaba detrás de esa libertad retrasada y las costumbres bohemias que más me gustan de ti. Nunca nadie me advirtió sobre tú poder adictivo. Tampoco nunca nadie dijo que sería tan difícil, tampoco garantizaron facilidad. Pero el universo podría haber conspirado para otorgarme una gota de sabiduría al menos para tener en cuenta la dificultad de la situación. Y por supuesto la habilidad para afrontarla de manera razonable como lo haría cualquier otra persona en su sano juicio. Asumir los hechos para no perder la cordura o no trascender aún más en esta gran mentira que tomo las riendas de mi pensar y mi escritura. O quizás el universo pudiese haberte transmitido a ti ambas características para que tengas el valor de sobre plantear los hechos, decidir y querer. Cualquiera sea tu inclinación, hubiera preferido una verdad absoluta, sin retazos disfrazados de verdades. Pero ese ya es otro tema. Concluyo y sin un final que remate de forma decisiva este conjunto de palabras. Abandono mi posición.
El sol se mostraba como un homicida intenso de mil intentos que acabaron su ciclo vital en el deposito de poemas perdidos que adorna la esquina de mi habitación. En la colisión de luz e incógnitas, la inexistencia de certeza estaba acabando con mi estabilidad nefasta. No quería hablar sobre mis paredes rosa viejo contrastando con cortinas color lavanda, no quería buscar una bonita forma de describir el desorden catastrófico en el que me encontraba. Siquiera quería escribir acerca de nada que no te involucrara. Por uno o quizás dos instantes sostuve mi lápiz con mi mano izquierda y te pensé. Fue lo suficientemente placentero poder hacerlo, había pasado minutos e incluso horas evadiendo cualquier cercanía con tu persona. Fue tan placentero que me resigné a mis ratos de escritura. Y si, hoy si, me respondí a mi misma. Es tan estúpido intentar combatir la irrefutable verdad. Una vez más surcaba en los laberintos de tu geografía. Los primeros tres minutos enojada conmigo misma por ser tan crédula. Las últimas tres eternidades, agradecida de mi capacidad creativa que te mantiene en tu pedestal característico. La estupidez me invadía sin ningún tipo de restricción o al menos compasión. Lo ridículo y nulo de mi posición en tu historia se ocultaba detrás de esa libertad retrasada y las costumbres bohemias que más me gustan de ti. Nunca nadie me advirtió sobre tú poder adictivo. Tampoco nunca nadie dijo que sería tan difícil, tampoco garantizaron facilidad. Pero el universo podría haber conspirado para otorgarme una gota de sabiduría al menos para tener en cuenta la dificultad de la situación. Y por supuesto la habilidad para afrontarla de manera razonable como lo haría cualquier otra persona en su sano juicio. Asumir los hechos para no perder la cordura o no trascender aún más en esta gran mentira que tomo las riendas de mi pensar y mi escritura. O quizás el universo pudiese haberte transmitido a ti ambas características para que tengas el valor de sobre plantear los hechos, decidir y querer. Cualquiera sea tu inclinación, hubiera preferido una verdad absoluta, sin retazos disfrazados de verdades. Pero ese ya es otro tema. Concluyo y sin un final que remate de forma decisiva este conjunto de palabras. Abandono mi posición.
lunes, 22 de julio de 2013
Enredos
Bien, segunda taza de café en menos de una hora. ¿Que? ¿quieres uno? no me molestaría que vinieras por el. Silencio, la mas elocuente forma de mentir dicen algunos, y concuerdo.¿Estas en plan de guardar silencio permanente? Digo, quizás podría darle la vuelta a este texto bastante irónico y convertirlo en una oda al romanticismo como los anteriores. Pero no, quizás sea el exceso de cafeína en mi sangre, o las inmensas ganas de tenerte a unos pocos centímetros. Y ahí voy una vez mas ... ¿ves? Me encantaría no esbozar una sonrisa al darme cuenta como se oscurece la tinta cada vez que retomo las riendas del romance. Volviendo, estos últimos días el silencio se ha tornado una parte importante de mi, como aliado en cuestiones de amor y poca comprensión. Te estimo, mi cama desordenada y mis pocas ganas de ordenarla. El piso, que lamenta mis pisadas. La puerta de mi habitación y sus golpes rutinarios, todos tan capaces de entenderlo. Ahora, ¿que tan poco posible sería que lo asimilaras? Pregunto, cuidadosamente para volcarme en la vía optimista o deprimente. Digo, ¿que canción sigue?.
En fin, ¿pasamos de moda para el resto del mundo? que sucedió, que nadie fue capaz de comunicármelo.
Bien, tercera. Interrumpiendo mi vaivén de superada y egoísta, decidiste poner un alto a mi recitado de verdades, para nada estructurado o al menos coherente. Y si, siempre tan oportuno estimado. Un conjunto de palabras tontas que suponemos mi ingenio y yo, fue un intento de saludo original se asomaba por la esquina de la pantalla de mi notebook. Reitero, bien. ¿Sabes? Podría escribir un libro con la infinidad de formas de ofrecer tus saludos poco convencionales y por supuesto saludos electrónicos. Sería un honor que entre tantos, hubiera alguno real. Nada del otro mundo, ningún beso furtivo espeluznante ni exagerado. Una muestra de los cinco dedos de tu mano podría ser suficiente.
Volviste a tu estado silencioso, ¿no te aburres de hacer silencio?- pregunté, pero no tuve una respuesta más apropiada que el silencio en su mayor esplendor. Me resulta un tanto gracioso, quizás pueda atribuirle lo divertido que claramente no habita en ninguna parte de esté pequeño fragmento de pensamiento que decidí compartir para no perder la costumbre. Ni en la situación. Pero asoleando las verdades y estimando tu persona, no me queda nada más que asimilar la idea de que estoy un poco loca, y también estimo tu silencio. Y para concluir este enredo, volviendo a la segunda oración. "El silencio es la más elocuente forma de mentir" no lo olvides.
En fin, ¿pasamos de moda para el resto del mundo? que sucedió, que nadie fue capaz de comunicármelo.
Bien, tercera. Interrumpiendo mi vaivén de superada y egoísta, decidiste poner un alto a mi recitado de verdades, para nada estructurado o al menos coherente. Y si, siempre tan oportuno estimado. Un conjunto de palabras tontas que suponemos mi ingenio y yo, fue un intento de saludo original se asomaba por la esquina de la pantalla de mi notebook. Reitero, bien. ¿Sabes? Podría escribir un libro con la infinidad de formas de ofrecer tus saludos poco convencionales y por supuesto saludos electrónicos. Sería un honor que entre tantos, hubiera alguno real. Nada del otro mundo, ningún beso furtivo espeluznante ni exagerado. Una muestra de los cinco dedos de tu mano podría ser suficiente.
Volviste a tu estado silencioso, ¿no te aburres de hacer silencio?- pregunté, pero no tuve una respuesta más apropiada que el silencio en su mayor esplendor. Me resulta un tanto gracioso, quizás pueda atribuirle lo divertido que claramente no habita en ninguna parte de esté pequeño fragmento de pensamiento que decidí compartir para no perder la costumbre. Ni en la situación. Pero asoleando las verdades y estimando tu persona, no me queda nada más que asimilar la idea de que estoy un poco loca, y también estimo tu silencio. Y para concluir este enredo, volviendo a la segunda oración. "El silencio es la más elocuente forma de mentir" no lo olvides.
domingo, 21 de julio de 2013
Silencio
Hoy silencie mi serie favorita, incluso decidí no oír ninguna canción, por más que la tentativa me desasiera. Solo quería oírme a mi misma gritar y sentir que podíamos gritar juntos. Oír nuestro guión, en silencio. Donde nadie más pudiera oírlo y sentirnos exclusivos, dueños de nuestra obra de teatro. Al fin y al cabo, somos un ensayo interminable de una obra que jamás se va a estrenar fuera de nuestras almas. Hoy fue un día extraño, y normal. Bien acompañado de tu presencia dentro mio como de costumbre. Pero hoy, hoy tenía ganas de poder arrancarte del papel, dos segundos, tres, o incluso una eternidad completa.
Eres clásico, y un poco trastornado. Feliz. Se volvió todo un misterio mi necesidad de que una vez entre tantas me transmitas a pesar de tu egoísmo inmutable un poco de felicidad. Después de un par de esperas, de palabras sin un mayor contenido que una sonrisa, un poco de furia disfrazada de ambas partes, es como si la música hubiera mediado una tregua. Lidiamos con una lucha entre un amor anormal y profano, y cabe aclarar que es la única lucha real que existe. Pero estoy segura de querer luchar contigo. Me preocupa que mi sistema nervioso esté mal equipado para contener tan inmenso sentimiento, pero a veces intento no pensar demasiado. Como también hablar de lo que amo, y guardar silencio sobre lo que no. Pero no es el momento para poner barreras, no cuando escribo sobre de ti, no cuando escribo. Momentáneamente puede que odie mi corazón empalagoso, pero odiarlo sería una contradicción, porque si se volvió empalagoso, tu eres parcialmente culpable de que así haya sido. Y si, eres todo un tema, como te lo hago saber con frecuencia. Eres letra, eres poesía, eres música. Eres un buen lector. A veces a pesar de cada una de las circunstancias en las que me suelo ubicar, creo que haber cruzados tantos océanos de tiempo no fue tan malo. Lo que me esperaba al otro lado era aún más extenso y más increíble que el tiempo mismo. Un lindo ser en todo su conjunto, con sus idas y venidas, con mi idas y venidas. Un lindo ser, que con gusto lo volví literatura pura y profunda. Real. Un lindo ser con el que no quiero planear nada en absoluto, a decir verdad. Quiero que planeamos no hacer planes. Porque la única regla de la improvisación, es que nunca puedes decir no.
Eres clásico, y un poco trastornado. Feliz. Se volvió todo un misterio mi necesidad de que una vez entre tantas me transmitas a pesar de tu egoísmo inmutable un poco de felicidad. Después de un par de esperas, de palabras sin un mayor contenido que una sonrisa, un poco de furia disfrazada de ambas partes, es como si la música hubiera mediado una tregua. Lidiamos con una lucha entre un amor anormal y profano, y cabe aclarar que es la única lucha real que existe. Pero estoy segura de querer luchar contigo. Me preocupa que mi sistema nervioso esté mal equipado para contener tan inmenso sentimiento, pero a veces intento no pensar demasiado. Como también hablar de lo que amo, y guardar silencio sobre lo que no. Pero no es el momento para poner barreras, no cuando escribo sobre de ti, no cuando escribo. Momentáneamente puede que odie mi corazón empalagoso, pero odiarlo sería una contradicción, porque si se volvió empalagoso, tu eres parcialmente culpable de que así haya sido. Y si, eres todo un tema, como te lo hago saber con frecuencia. Eres letra, eres poesía, eres música. Eres un buen lector. A veces a pesar de cada una de las circunstancias en las que me suelo ubicar, creo que haber cruzados tantos océanos de tiempo no fue tan malo. Lo que me esperaba al otro lado era aún más extenso y más increíble que el tiempo mismo. Un lindo ser en todo su conjunto, con sus idas y venidas, con mi idas y venidas. Un lindo ser, que con gusto lo volví literatura pura y profunda. Real. Un lindo ser con el que no quiero planear nada en absoluto, a decir verdad. Quiero que planeamos no hacer planes. Porque la única regla de la improvisación, es que nunca puedes decir no.
miércoles, 17 de julio de 2013
Días complicados
Y no, no es casualidad que el inconsciente me traicione. Poco a poco sin notarlo lo cual lo vuelve más grave, pronuncio el diminutivo de tu nombre, sin siquiera proponermelo. Y es casi que inevitable, los dedos de mis manos procrean letras. Letras frías, letras que te extrañan. Y a cada respiro me voy quebrando. Vas arrugando mi pecho como una hoja, me vas convirtiendo en trozos vacíos por oficio, y no sabes lo bien que te desempeñas. Me destruyes sin palabras, sin gestos, sin absolutamente nada. Y ese es el problema no logro asimilar un par de cenizas. A mi memoria se le olvida conjugar nuestra historia en pretérito.
En mi propio eje, me encuentro bastante desorbitada, trastocada, retraída hacia el limbo mismo de mi anhelo que ya no entrega, solo absorbe. Yo me desahogo como puedo, tú ni te inmutas y echo a un lado mi ego para mostrarte el pecho abierto en lo mas callado de mi ser. Y acabo por descubrir mi mortalidad insensata.
Me bajas de la omnipresencia a la ausencia sin previo aviso, sin cargos de conciencia. Mi lógica moribunda se burla, se sonríe!!! mientras lanza la pregunta como un disparo innecesario. ¿Lo extrañas?. Mi espíritu terrestre huye despavorido de la añoranza y el cuerpo desvalido pronto se recupera para regresar al borde del precipicio, repetir el episodio, continuar con la comedia un tanto trágica y una vez más, evadir mentalmente el final. Puede tratarse de cobardía en líneas convencionales, como también un caso particular de reconocimiento, una muestra en blanco y negro de mi fragilidad, una lagrima que habla de raíces, que me aconseja y dice que en última instancia no estamos tan lejos...
En mi propio eje, me encuentro bastante desorbitada, trastocada, retraída hacia el limbo mismo de mi anhelo que ya no entrega, solo absorbe. Yo me desahogo como puedo, tú ni te inmutas y echo a un lado mi ego para mostrarte el pecho abierto en lo mas callado de mi ser. Y acabo por descubrir mi mortalidad insensata.
Me bajas de la omnipresencia a la ausencia sin previo aviso, sin cargos de conciencia. Mi lógica moribunda se burla, se sonríe!!! mientras lanza la pregunta como un disparo innecesario. ¿Lo extrañas?. Mi espíritu terrestre huye despavorido de la añoranza y el cuerpo desvalido pronto se recupera para regresar al borde del precipicio, repetir el episodio, continuar con la comedia un tanto trágica y una vez más, evadir mentalmente el final. Puede tratarse de cobardía en líneas convencionales, como también un caso particular de reconocimiento, una muestra en blanco y negro de mi fragilidad, una lagrima que habla de raíces, que me aconseja y dice que en última instancia no estamos tan lejos...
lunes, 15 de julio de 2013
Es decir, así es como debe ser?
Me hubiese gustado que no me dieras la razón asintiendo de alguna forma obstante que no estoy presenciando, pero presiento. Me hubiese gustado arrepentirme, y atribuir mi insensatez a uno más de mis tantos actos impulsados por un exceso de pensamiento. Me hubiese gustado sin duda alguna que no te quedaras con una última frase. Me hubiese gustado en resumidas cuentas que te importara.
Quizás por vías un poco alternativas, por pensar demasiado, por posibles escenarios predispuestos por mi vista engañosa, por suposiciones sin fundamentos, pero si ... las cosas siempre caen por su propio peso.
No puedo atribuirle a un porque sí, una gran historia.No puedo siquiera responder un porque. Dudo que pueda cargar con una duda tan grande y tan pesada, por mucho tiempo más. Confío en que se va a diluir poco a poco hasta convertirse en una inclinación poco optimista. Hasta acabar por ser saciada y respondida con la respuesta más amarga y real que se me pueda ocurrir.
Me quejo es cierto, me quejo de mi pensar demasiado extenso. Pero si no lo tuviera como compañero decisivo de mis acciones, no podría imaginar que hubiese sido de mi estabilidad psíquica, de mi cordura, de mis ganas de soportar tanta hipocresía.
Darse contra el suelo, una, dos, tres y todas las veces necesarias puede que sea la alternativa mas correcta para formular una hipótesis de lo que debo hacer. Pero ¿que hay de lo que quiero hacer? esta tan oprimido por que todo encaje en su lugar, que siquiera puedo recordar, que es lo que "quería " hacer en un principio.
Poniendo las cosas en balanza, prestando atención a lo que estoy escribiendo, luchando con mis ganas de olvidar lo que debo hacer y lo que me hubiese gustado que pasara. ¿Que pesa más? sumirme en un mundo casi abstracto, casi que a mi imagen y semejanza, casi que creado a mi voluntad, casi que dándote un guión para que no me lastimes pero feliz. O darme contra la realidad, casi que asimilar cuando algo no te corresponde, casi que darte cuenta por momentos que estas metiendo tu alma donde no es bienvenida, donde no es necesaria, donde no la quieren pero extrañarte. ¿Que pesa más? repito.
Quizás por vías un poco alternativas, por pensar demasiado, por posibles escenarios predispuestos por mi vista engañosa, por suposiciones sin fundamentos, pero si ... las cosas siempre caen por su propio peso.
No puedo atribuirle a un porque sí, una gran historia.No puedo siquiera responder un porque. Dudo que pueda cargar con una duda tan grande y tan pesada, por mucho tiempo más. Confío en que se va a diluir poco a poco hasta convertirse en una inclinación poco optimista. Hasta acabar por ser saciada y respondida con la respuesta más amarga y real que se me pueda ocurrir.
Me quejo es cierto, me quejo de mi pensar demasiado extenso. Pero si no lo tuviera como compañero decisivo de mis acciones, no podría imaginar que hubiese sido de mi estabilidad psíquica, de mi cordura, de mis ganas de soportar tanta hipocresía.
Darse contra el suelo, una, dos, tres y todas las veces necesarias puede que sea la alternativa mas correcta para formular una hipótesis de lo que debo hacer. Pero ¿que hay de lo que quiero hacer? esta tan oprimido por que todo encaje en su lugar, que siquiera puedo recordar, que es lo que "quería " hacer en un principio.
Poniendo las cosas en balanza, prestando atención a lo que estoy escribiendo, luchando con mis ganas de olvidar lo que debo hacer y lo que me hubiese gustado que pasara. ¿Que pesa más? sumirme en un mundo casi abstracto, casi que a mi imagen y semejanza, casi que creado a mi voluntad, casi que dándote un guión para que no me lastimes pero feliz. O darme contra la realidad, casi que asimilar cuando algo no te corresponde, casi que darte cuenta por momentos que estas metiendo tu alma donde no es bienvenida, donde no es necesaria, donde no la quieren pero extrañarte. ¿Que pesa más? repito.
domingo, 14 de julio de 2013
Catarsis
Domingo, una y media de la madrugada. Aún no sé porque escribo esto, no sé porque escribo si vamos al caso. Es tarde, y recién me percato por cumplir obligaciones las cuales acabo de evadir tratando de buscar inspiración, viendo una serie que trata sobre un escritor atascado. Nada menos estimulante que eso. Pero así funciono a veces. Busco aliados en los libros, películas (jamás carnales) con quienes compartir las horas en las cuales no tengo la voluntad de sentarme a escribir, o siquiera existir. Si compartiera esto con una persona y no con un personaje, me estancaría más. El otro siempre es un ser egoísta. Todos tenemos la necesidad sumamente desesperante de ser escuchados. Por momentos me parece estar viviendo en mundo habitado por monologuistas. Todo lo que se dice es para gustar o agradar a alguien. Es decir, hablamos para justificarnos. Para ser admirados u odiados. A veces creo que el fin último del discurso de un político es cosmético. Las palabras salen del orador, tocan el oído del receptor, lo seducen pero no quedan ahí. Vuelven al remitente, quien las espera feliz de su creación. Seguramente este texto está siendo escrito para que alguien lo disfrute. Y el halago hacia él me reconforte más por sentirme querida o admirada, que por haber conmovido a otro.
Volviendo a mi estancamiento. ¿Estoy falta de imágenes? ¿De ideas? No, no me sobran, pero no me faltan. Y voy a dar lugar a abrir un paréntesis para una aclaración un poco rebuscada pero al mismo tiempo predecible aflore (Si, necesito percibir tu respiración y poder ver el espacio entre peca y peca). Continuando en lo que estaba no tengo idea cuál es el motivo de mi repentino estancamiento. (tengo un par de sospechas, ojo). Aún así me rehúso a contarlo, para que no me recomienden un psiquiatra.
Y ahora me pregunto porque fluyen de tal forma todas esas palabras, si hace unos veinte minutos exactamente luchaba por unir dos, por usar correctamente un nexo, por escribir algo coherente. Creo que no es casualidad, la falta de esquemas y la autorización propiamente dada para nombrarte, nombrarme, nombrarnos. Para hacer este tipo de juego, o dicho de forma un poco más correcta enseñar a cual sea el receptor de tanta ironía y catarsis como conjugar. Y retomando lo dicho anteriormente lo que empezó por un simple recreo de ser, acabó por intentar generar que de tu boca moderada y correcta salga un halago inesperado que me nutra y me devuelva la inspiración. De todas formas creo que fue lo último, porque si me pongo hablar sobre lo que debería estar hablando en este instante, el tema que debería estar tocando, que no te incluye, no te necesita, y no debe contar con tu presencia, sería un intento más de los otros mil docientos intentos fallidos. Ya que apartarte a un lado me resultaría demasiado difícil, y en este momento creo que no hay tema que merezca ser leído si no te tiene al menos figurando como un punto y coma.
Volviendo a mi estancamiento. ¿Estoy falta de imágenes? ¿De ideas? No, no me sobran, pero no me faltan. Y voy a dar lugar a abrir un paréntesis para una aclaración un poco rebuscada pero al mismo tiempo predecible aflore (Si, necesito percibir tu respiración y poder ver el espacio entre peca y peca). Continuando en lo que estaba no tengo idea cuál es el motivo de mi repentino estancamiento. (tengo un par de sospechas, ojo). Aún así me rehúso a contarlo, para que no me recomienden un psiquiatra.
Y ahora me pregunto porque fluyen de tal forma todas esas palabras, si hace unos veinte minutos exactamente luchaba por unir dos, por usar correctamente un nexo, por escribir algo coherente. Creo que no es casualidad, la falta de esquemas y la autorización propiamente dada para nombrarte, nombrarme, nombrarnos. Para hacer este tipo de juego, o dicho de forma un poco más correcta enseñar a cual sea el receptor de tanta ironía y catarsis como conjugar. Y retomando lo dicho anteriormente lo que empezó por un simple recreo de ser, acabó por intentar generar que de tu boca moderada y correcta salga un halago inesperado que me nutra y me devuelva la inspiración. De todas formas creo que fue lo último, porque si me pongo hablar sobre lo que debería estar hablando en este instante, el tema que debería estar tocando, que no te incluye, no te necesita, y no debe contar con tu presencia, sería un intento más de los otros mil docientos intentos fallidos. Ya que apartarte a un lado me resultaría demasiado difícil, y en este momento creo que no hay tema que merezca ser leído si no te tiene al menos figurando como un punto y coma.
viernes, 12 de julio de 2013
Tan abajo
Uno, dos aveces tres. Cortado, común, amargo, cruel. Entre todo el enredo de ideas que coexiste dentro mío tengo la convicción de que te encuentras. Inoportuno e insensato, siempre aflorando los gajes del deseo a la luz. Justo a tiempo, un par de horas de diferencia y aún así justo a tiempo. Tengo miedo, pero junto a él que no parece tener intenciones fértiles de moverse y retirarse a otro sitio donde sea más bienvenido parpadea una pequeña excitación que se eleva y desciende por debajo del haciéndolo dar dos pasos al costado. Y trago en seco, y respondo como puedo que también te extraño. Incluso tuve que aprender a hablar en silencio para no dejar escapar nada que deshidratara mis ojos. Tuve que aprender entre tantas otras cosas que me mantuvieron lejos del dolor a ignorarte y nunca estuve más segura de que a pesar de que lo hiciera nuestras sombras se mirarían.
Y lo recuerdo, te recuerdo, todo mi cuerpo lo hace. Teníamos las narices a tan poca distancia que pensé que con un leve movimiento podíamos rozarlas. Mis ojos, los suyos. Mis ojos en los suyos. Sus ojos tenían mi reflejo dentro. "Te quiero" me dijo y sus labios me rozaron y lo único que fui capaz de sentir, fue que estaba completa. A pesar de que no merecieras mis sonrisas te las regalé incluso las adorné para ti.
Hoy junto a mi ventana, con mi cortado, común, o amargo café eres el recuerdo más recurrente que me visita. Cucharada a cucharada siento la calidez de tu abrazo. Pero me inundo en las mil formas de soñarte y termino por ahogarme al darme cuenta de lo irónico que es, que de ninguna te tenga. Aveces también se me acaban las sonrisas para ti, se me acaban las ganas de escribirte.Vaciando mis penas en algún estupefaciente inútil, las recupero y mi penar cíclico pide a gritos compasión, te pide a gritos en resumidas cuentas. Y te quiero, y es sumamente redundante decirlo ya que está exclusivamente impreso en cada palabra de este intento de prosa que me agobia. Entre tantas idas y vueltas, entre tanta letra acumulada, entre cada intento fallido de dejarte ir, aún te encuentras, estaría mintiendo si dijera que fue fácil, pero con una mente desgastada no me queda más remedio que decirte "que pase lo que tenga que pasar".
Y lo recuerdo, te recuerdo, todo mi cuerpo lo hace. Teníamos las narices a tan poca distancia que pensé que con un leve movimiento podíamos rozarlas. Mis ojos, los suyos. Mis ojos en los suyos. Sus ojos tenían mi reflejo dentro. "Te quiero" me dijo y sus labios me rozaron y lo único que fui capaz de sentir, fue que estaba completa. A pesar de que no merecieras mis sonrisas te las regalé incluso las adorné para ti.
Hoy junto a mi ventana, con mi cortado, común, o amargo café eres el recuerdo más recurrente que me visita. Cucharada a cucharada siento la calidez de tu abrazo. Pero me inundo en las mil formas de soñarte y termino por ahogarme al darme cuenta de lo irónico que es, que de ninguna te tenga. Aveces también se me acaban las sonrisas para ti, se me acaban las ganas de escribirte.Vaciando mis penas en algún estupefaciente inútil, las recupero y mi penar cíclico pide a gritos compasión, te pide a gritos en resumidas cuentas. Y te quiero, y es sumamente redundante decirlo ya que está exclusivamente impreso en cada palabra de este intento de prosa que me agobia. Entre tantas idas y vueltas, entre tanta letra acumulada, entre cada intento fallido de dejarte ir, aún te encuentras, estaría mintiendo si dijera que fue fácil, pero con una mente desgastada no me queda más remedio que decirte "que pase lo que tenga que pasar".
jueves, 11 de julio de 2013
Creer o reventar
¿De qué me escapaba? El amor, o la bestia interior que te sigue a donde quiera que vayas. No es cuestión de quitártela y guardarla en el closet. El amor es parasitario. Vive pegado a ti. Y no se trata de que te guste o no. Se trata de inspiración. Creer o reventar, pelota y pared, imán y metal. Propiedad “adictiva”. El amor está siempre en tus espaldas. Pero no, no me atreví a juzgarme, puede que a causa de mis desgarros sentimentales ya no me atreva a juzgarme de manera crítica sin caer en lo ilícito, o en lo no adecuado. Puede que mi fiel órgano ya no pueda resistir otra recaída. Mi cordial y considerada mente lo ha mantenido muy ocupado, desgastado y cargando a cuestas mi inestabilidad que no es casualidad, ni coincidencia. Es solo una de las muchas, una de las tantas, una de las interminables sensaciones contagiosas que sin intención visible, pero si presente brindas.
Un libro golpeó mi antebrazo sacudiendo mi pensar. Cuando se te cae un libro, da por seguro que se te caen todos, mientras me armaba de fuerza para levantar la cabeza, fui azotada por una avalancha de literatura. Dato innecesario, pero sumamente extraño. Muy merecedor de participar de mi narrativo exponer sentimental.
Y puede que retomando el tema, hayas girado con la espontaneidad y la delicadeza con la cual una llave gira en una cerradura nueva. Tú presencia es fiel compañera de mi insensatez, de mis intentos conectores de palabras casi que con un propósito inconexo. Tú presencia psíquica puede que sea la gran escritora detrás de todo este sin fin de palabras, que yo añoro ser algún día. Tú, estás detrás de cada letra que intenta fluir con claridad. Tú creas, yo plasmo.
Un libro golpeó mi antebrazo sacudiendo mi pensar. Cuando se te cae un libro, da por seguro que se te caen todos, mientras me armaba de fuerza para levantar la cabeza, fui azotada por una avalancha de literatura. Dato innecesario, pero sumamente extraño. Muy merecedor de participar de mi narrativo exponer sentimental.
Y puede que retomando el tema, hayas girado con la espontaneidad y la delicadeza con la cual una llave gira en una cerradura nueva. Tú presencia es fiel compañera de mi insensatez, de mis intentos conectores de palabras casi que con un propósito inconexo. Tú presencia psíquica puede que sea la gran escritora detrás de todo este sin fin de palabras, que yo añoro ser algún día. Tú, estás detrás de cada letra que intenta fluir con claridad. Tú creas, yo plasmo.
miércoles, 10 de julio de 2013
Rutina
Un grito desautorizado se me atascó en la garganta y no pude gritarle "quédate". Tuve que cambiar las lágrimas por una sonrisa. O tal vez lágrimas y sonrisas hicieron una comunión para unirse y hacerme fuerte.
Me levanté, portazo a la heladera que ya sabe de mis ataques repentinos. De mis olvidos o mejor dicho de mis recuerdos tardíos. Tarde, siempre tarde. Mientras degustaba el sabor dulce de tus besos en mi pensar, me di cuenta que hay muchas formas de ver la realidad, el tesoro de uno puede ser la basura del otro.
Continué, paso tras paso, frazada sobre frazada, cama tendida. En verdad odio quedarme sin algo cuando ese algo se transforma en el eje de mi alegría, un aliciente de la rutina o incluso de la tristeza. Es como ser fanática de algo o de alguien.
Sumamente ridículo, pero necesito creer en algo. Porque es una forma de pertenecer a algo, de darle sentido a tu vida cuando está vacía aunque creas que está tan llena "porque soy una persona re ocupada y tengo una vida plena".
Y así transcurre mi rutina sobresaltada y abrazada por la conciencia, deseando terminar y comenzar por sentarme a escribir con el lado izquierdo. Por comenzar a sentir.
Suena el timbre, y una avalancha de personas me ofrecen sus servicios innecesarios. No tuvieron que insistir demasiado, me lo pidieron con una sonrisa rígida tan políticamente correcta pero tan cortés al mismo tiempo, que no pude negarme. Si me hubieran puesto una pistola en la cabeza hubiera sido lo mismo. El grado de hostilidad en sus sonrisas era directamente proporcional a la espera de mi "si, claro".
Y concluye, y mis pilas recién puestas se agotan. Buscando innovar, escribir lo que no está en los libros escrito cientos y cientos de veces con distintos matices, buscando esto.
Al final del día, en este preciso momento hay un instante en donde caben todas las barajas de la angustia y la desesperación y disfruto. Disfruto como se disfruta un suspiro profundo.
Me levanté, portazo a la heladera que ya sabe de mis ataques repentinos. De mis olvidos o mejor dicho de mis recuerdos tardíos. Tarde, siempre tarde. Mientras degustaba el sabor dulce de tus besos en mi pensar, me di cuenta que hay muchas formas de ver la realidad, el tesoro de uno puede ser la basura del otro.
Continué, paso tras paso, frazada sobre frazada, cama tendida. En verdad odio quedarme sin algo cuando ese algo se transforma en el eje de mi alegría, un aliciente de la rutina o incluso de la tristeza. Es como ser fanática de algo o de alguien.
Sumamente ridículo, pero necesito creer en algo. Porque es una forma de pertenecer a algo, de darle sentido a tu vida cuando está vacía aunque creas que está tan llena "porque soy una persona re ocupada y tengo una vida plena".
Y así transcurre mi rutina sobresaltada y abrazada por la conciencia, deseando terminar y comenzar por sentarme a escribir con el lado izquierdo. Por comenzar a sentir.
Suena el timbre, y una avalancha de personas me ofrecen sus servicios innecesarios. No tuvieron que insistir demasiado, me lo pidieron con una sonrisa rígida tan políticamente correcta pero tan cortés al mismo tiempo, que no pude negarme. Si me hubieran puesto una pistola en la cabeza hubiera sido lo mismo. El grado de hostilidad en sus sonrisas era directamente proporcional a la espera de mi "si, claro".
Y concluye, y mis pilas recién puestas se agotan. Buscando innovar, escribir lo que no está en los libros escrito cientos y cientos de veces con distintos matices, buscando esto.
Al final del día, en este preciso momento hay un instante en donde caben todas las barajas de la angustia y la desesperación y disfruto. Disfruto como se disfruta un suspiro profundo.
martes, 9 de julio de 2013
Noches de tertulias e incógnitas
La mejor tarde aún no pasó
La mejor noche es una ilusión
La mayor condena ya caducó,
para desgracia del condenado.
El amor más profundo necesita nada
Y la pasión más profunda es una redundancia
La vela que se apaga, pronto será futuro.
La traición ata al pobre traicionero
El cuchillo entra en cuerpos calientes
Y parte de manos tibias
El pozo es para pocos, la superficie
puede ser el mayor de los engaños.
La vida soñada es tristemente eso.
Los envidiosos duermen juntos
y amanecen dispersos.
Los amantes no duermen
y amanecen juntos
La mediocridad es armar tu futuro
y defenderlo cuando sabes que es falso.
Hay tantos sabios que no sé a cual descartar primero.
El amor nos une, dicen. El dolor también.
En una línea de tiempo
somos el fugaz chispazo del fósforo.
Y, como dice el Poeta,
somos, porque alguien nos está pensando.
domingo, 7 de julio de 2013
A ti
Ahora mismo tengo la sensación de estar disolviéndome, me siento casi alegre, casi alegre como quien se cansa de estar triste. Viendo como todo se vuelve tan efímero que asusta, puede que de pronto en un instante podamos quedarnos ciegos en medio de la luz, muertos en medio de la vida, solos en medio del amor. A veces suelo creer que lo he olvidado todo, que el óxido y el polvo del tiempo han destruido ya completamente lo que a su voracidad un día confiamos. Pero basta un sonido, un tacto repentino inesperado para que de repente, el aluvión del tiempo caiga sin compasión sobre nosotros y la memoria se ilumine con el brillo de la rabia de un relámpago. Contemplar el mundo que nos rodea en silencio, parece ser una voraz solución. Pero no puedo evitar ser impulsiva e impaciente y romper el silencio siempre que se me otorgue la posibilidad. Puedo escribir en silencio, soñar en silencio, incluso respirar en silencio, pero no… no puedo quererte en silencio. Creo que lo más difícil de la distancia radica en la inseguridad y la incerteza de saber si me estas extrañando o me estás olvidando. A decir verdad todo es difícil, a pesar de que no me resulte un trabajo forzoso quererte, es casi que espontáneo. A veces preferiría no saber nada, para ver hasta dónde llega la hipocresía, hasta donde aguanto mi pesar, incluso cuanto puedo soportar sumida en las alas de la poesía contigo como compañero creativo, contigo como fuente de inspiración.
Si mantuviera una Fe y una posición religiosa podría jurarte que eres un resume de todo lo que necesito, pero como me llamo a mí misma un ser agnóstico creo que prefiero no tenerte a tener de ti medidas brindadas con un cuenta gotas. Dudo de mí capacidad para olvidar tus errores, pero te recuerdo que en este mundo todo fue imposible alguna vez. Y que no deseo más nada en este instante que tu presencia junto a la mía y a mí amarga lista de reproducción que divaga a la par con mi mente. Nunca envidie tu suerte, ni tu verdad. Sinceramente puede que extrañe ambas pero lo que más añoro es tu alegría contagiosa y mi facilidad para contagiarme. No sé qué depara el destino, y si es que lo hay o solo son las consecuencias de nuestras acciones. Pero si es que de verdad me quieres puede que nos consuma el fuego, pero no es mejor que soportar humedecidos con el rocío de los placeres.
Si mantuviera una Fe y una posición religiosa podría jurarte que eres un resume de todo lo que necesito, pero como me llamo a mí misma un ser agnóstico creo que prefiero no tenerte a tener de ti medidas brindadas con un cuenta gotas. Dudo de mí capacidad para olvidar tus errores, pero te recuerdo que en este mundo todo fue imposible alguna vez. Y que no deseo más nada en este instante que tu presencia junto a la mía y a mí amarga lista de reproducción que divaga a la par con mi mente. Nunca envidie tu suerte, ni tu verdad. Sinceramente puede que extrañe ambas pero lo que más añoro es tu alegría contagiosa y mi facilidad para contagiarme. No sé qué depara el destino, y si es que lo hay o solo son las consecuencias de nuestras acciones. Pero si es que de verdad me quieres puede que nos consuma el fuego, pero no es mejor que soportar humedecidos con el rocío de los placeres.
jueves, 4 de julio de 2013
Cerca
"El otro día" Expresión que abarca de minutos a años. El otro día desperté con ganas de sacar a flote mi mente, pensar o hacer burbujas con el corazón ahogándose, no recuerdo la diferencia. Pensé en no pensar. Aquel que piensa mucho antes de dar un paso, se pasará su vida completa en un solo pié. Pensé en quererte y en quererme, en que me quieras propiamente dicho. Sin recortes. Pensé en porque destruimos siempre aquello que más amamos, en campo abierto, o con un abrazo. O incluso con la ligereza del cariño, otros con la dureza la palabra yo me incluyo en dicha categoría, los cobardes destruyen con un beso, los valientes destruyen con la espalda. En zonas donde no obtengo tú cariño a simple necesidad de existir, añoro el estrecho vínculo, cercano y corto. En busca de saciar lo insaciable, me he quedado fascinada incluso por el poder que ejerces sobre mi estabilidad emocional, sobre la cantidad de intentos que acabaron su ciclo vital en la basura sin problema aparente, y tu facilidad para persistir inherente y vivo en mi o sobre mi. En palabras mas claras, y menos rebuscadas; si no te tengo cerca, te extraño. En efecto, ruego por la existencia de tu persona física y psíquica a menos de un metro de la mía. Por la coexistencia de nuestras manos y por que aún la tuya encaje perfectamente acorde y al unísono con la mía. Por tú mente, fuente de amor y valor incluso, fuente de estímulo para el creciente amor que se desarrolla por parte de mi inexplicable ingenio. Por causar los mismos daños estables pero mantener cerca. Por formar parte de un solo círculo, de una sola realidad, de una sola frecuencia.
lunes, 1 de julio de 2013
Casi sin culpa
Luego de sueños muy entreverados donde se mezclan todas las formas de extrañar a alguien. Mi cuerpo pedía calma, pero irradiaba una alteración digna de un cóctel de ansiolíticos. Luego de despegarme de mi cama como pude, te pensé, nos pensé. Vida anacrónica y ridícula que como una figurita redonda se puede dar vuelta y mostrarme que la vida es esto. Que la vida no es una, que son muchas, que somos muchos y que de eso se trata. Del cambio permanente. No somos tú y yo, no soy tú, no eres yo. Somos decenas de personas en una, dentro de una misma unidad de tiempo. Sumiso te sentí entre mi mente claro, entre mis brazos jamás. Tuvimos los mejores naipes y no supimos jugar el juego, y porque aún luego de nuestros antes y después, luego de nuestra dicotómica historia aún suelo preguntarme ¿que nos paso?. Aún busco el porqué de los porqués, que ya nadie quiere escuchar. Como si hubiera acabo el tiempo de la comprensión. Supuse entre tanta agonía casi que indescifrable que a pesar de que mi café se enfriara, igual lo iba a tomar, a pesar de que me consumieras, igual te iba a querer. Voy a dejar de sentir culpa. Culpa por lo que hago, culpa por no hacer lo que debería hacer. Culpa porque te quiero. Voy a ser sorda para evitar los consejos de los peores pecadores lujuriosos. Voy a desentenderme, voy a desatender. Voy a desanimarme con ganas. El miedo no podrá irse nunca, una vida sin miedos es un camino circular. Voy a dejar de fingir, no te voy a olvidar, fue algo tan irreal lo que fuiste capaz de producir para que hoy todo sea tan jodidamente real. En este trabalenguas de emociones me declaro victima ante tu autoridad, victima de nuestro pasar, victima de nuestros escasos valores morales. Me niego a vivir con el mandado del "no pecarás" porque pecar te desenmascara, te aleja precisamente de los pecadores. Me aleja de cualquier futuro sin ti.
viernes, 21 de junio de 2013
Subsuelo
Podría decirse que he contenido mi apatía por demasiado tiempo. Abusando quizás por una milésima de segundo de un amargo café. Cualquiera en su sano juicio estaría de acuerdo si planteara la idea de un exceso y una severa dependencia de cafeína que me gobierna a su voluntad. A estas alturas conozco los caminos de la sinrazón, del delirio e incluso de la pasión como vía de realización profunda. Y a pesar de que siempre fui consiente de mi singular mediocridad, conozco también la importancia cósmica del amor más allá de la fugacidad de un encuentro. He estado en una lucha constante con mis letras, llevo mucho tiempo pensando en aquello que hablamos sin pensar. Pero no estaría aplicando el concepto de manera acertada si llamara a mi incapacidad de generar inspiración propia "una lucha constante". Lucha constaste es la sobredosis de espontaneidad que me esta invadiendo, que tan poco racional podría sonar que volqué mi mente en un par de puntos suspensivos. No quiero precipitar la llegada de un sustento que suplante la cafeína en mi. Pero, ¿habré tocado fondo? está bien ... no. Solo estoy haciendo uso de mi espíritu femenino exagerado.¿Y si es que de verdad me he dado contra el subsuelo? Si así se siente, y tengo tan dulce compañía, creo que no es tan malo. Al fin y al cabo solo queda volver a subir a la superficie.
domingo, 16 de junio de 2013
Extrañame
Y como un enemigo predispuesto a atormentarme cuando no lo necesito, ahí estás. Como se quieren las cosas que no se tienen, y por supuesto que la vida siguió, es claro. ¿Porque habría de detenerse? Si no te tengo, valga la redundancia. Tu amor fue la medida de mi tiempo, estar o no estar contigo fue mi fundamento de hora. ¿Y si te extraño? ya no pertenezco a tu aristocracia favorita ¿donde derramo las gotas de la añoranza?. Te espero, con o sin sentido, con o sin razón te garantizo que te espero. Me asustan los días como hoy, nublados, espesos, tranquilos. Días en los que siento que si volvieras lo dejaría todo por ti una vez más. Es una pena que no fuera parte de tus planes, tú si lo eras de los míos. Es molesto, es molesto quererte, extrañarte, necesitarte y aun más molesto pensarte. Nunca sales de mis pensamientos, ni cuando tengo un millón de cosas en las que pensar. Desde que partiste no logro saciar el enojo conmigo misma, y yo que siempre había pensado que era dura como una roca, cuando te vi por primera vez sentí que me fundía como un puñado de nieve expuesta al calor del sol. No acababas de decir hola, cuando tuviste que decir adiós. Se que tienes un respaldo contigo, y un lugar donde saciar tu amor, confieso que desearía ser yo, pero me conformo con un lazo extremadamente inmenso que nos une por sobre cualquier otra cosa. Y si no es molestia ¿Puedes hacer una ultima cosa por mi?
- Extrañame.
- Extrañame.
domingo, 9 de junio de 2013
Éxtasis
Al cabo de un rato no eres más que una sombra que sostiene
mis pensamientos entre los dedos o tal vez unos labios que pronuncian palabras
incoherentes, rotas e inconexas. No sé qué hacer. Quizás por haber sentido
tanto me quedé sin sentidos. Anestesiada. Agoté lo que tenía almacenado.
Digamos que me gasté. Debo admitir que a veces me siento desdichada, nada más
que de no saber qué es lo que estoy echando de menos.
En algún momento mientras me enamoraba de nuestras conversaciones de medianoche, mientras exhalábamos las ansias de un encuentro, interrumpíamos la respiración con un trago de café, enamorada valga la redundancia, enamorada de la presencia infinita de tus palabras. Solo quiero saber que existes, antes de que me dé cuenta que tengo el corazón lleno de nicotina. De verdad ansío saber que existes, aquí tengo todo el tiempo del mundo para pensar en ti que de hecho es lo que suelo hacer cuando no quiero pensar en nada. Me encantaría poder abrir mi mano y soltar lo que hoy no está, lo que ya no sirve, lo que hoy no es para mí, lo que no me pertenece. No quiero retenerte, el reloj no espera a nadie. Prefiero preguntarme si llegará el día en que seamos lo bastante valientes para imitar la conducta del reloj, y ocultar en cada adiós una silenciosa bienvenida.
En algún momento mientras me enamoraba de nuestras conversaciones de medianoche, mientras exhalábamos las ansias de un encuentro, interrumpíamos la respiración con un trago de café, enamorada valga la redundancia, enamorada de la presencia infinita de tus palabras. Solo quiero saber que existes, antes de que me dé cuenta que tengo el corazón lleno de nicotina. De verdad ansío saber que existes, aquí tengo todo el tiempo del mundo para pensar en ti que de hecho es lo que suelo hacer cuando no quiero pensar en nada. Me encantaría poder abrir mi mano y soltar lo que hoy no está, lo que ya no sirve, lo que hoy no es para mí, lo que no me pertenece. No quiero retenerte, el reloj no espera a nadie. Prefiero preguntarme si llegará el día en que seamos lo bastante valientes para imitar la conducta del reloj, y ocultar en cada adiós una silenciosa bienvenida.
lunes, 22 de abril de 2013
¿?
Realmente estamos ciegos, somos un par de ciegos que pueden ver pero que no miran. Si pudiese sentir un poco menos que nada sin duda me sacaría la venda de los ojos sin problema alguno. Pero no puedo evitar intentar entenderte y confieso temor a encontrarme con cosas inesperadas que no son bienvenidas. La espontaneidad asusta pero hay que admitir que gusta. Confieso temor a entregarme por completo y volcar mi río en el tuyo. ¿Razón? indefinida. Y porque mi ser lo gobierna la indecisión no puedo alejarme por completo de tu fuente de optimismo oportuno que se mantiene oculta pero aflora sus gotas cuando menos lo espero. No quiero necesitar mas de lo que tengo, nunca pude entender, ni siquiera volver a ese momento en el que decidí tener ambos pies dentro del circulo, espero algún día poder recordar cada instante como es debido para formular una hipótesis coherente de lo que ocasionas. Mientras tanto si no es mucho pedir, déjame conservarte dentro mio que con gusto me haré cargo de volverte literatura, y serás la mentira que mas me gusta.
sábado, 13 de abril de 2013
Planifiquemos no planificar.
A la par con la memoria van las mejores historias. A la par
con la memoria te mantuviste.
Tan sensato y realista como desde un principio, siempre tan punto medio.
Siempre conservador, pero tan espontáneo al mismo tiempo. Siempre un ser no
definido. A la par con la memoria me pierdo en utopías que yo misma creo, un
poco por el exceso de imaginación que me caracteriza, y un poco por concluir algo
a lo que nunca le di un punto final y lo que siempre fueron puntos suspensivos.
Dicen que el tiempo te da y el tiempo te quita, pero te llevo lejos demasiado
pronto. Me hubiese gustado ver como terminaba la historia o mejor aún, me
hubiese gustado llegar a saber si pudo haber habido una historia.¿Será coincidencia que la casualidad nos de todo aquello que nunca se nos hubiera ocurrido pedir?
La casualidad me devolvió tu persona, pero el tiempo no traslado todo igual como se había dejado. Ahora solo resta conservar lo existente y dejar que todo sea lo que siempre fue. Una coincidencia.
domingo, 7 de abril de 2013
Por un texto sin título.
Por esos ojos que te miran y no te miran al mismo tiempo.
Por ese gesto que quiere transmitir pero no transmite. Por esos intentos
fracasados que terminaron un su exilio permanente. Por tu sonrisa que nunca
tiene referente. Por la serie de utopías que formule mientras te veía, por las
que se concebirán y las que no. Por tus manos, por tu boca, por tu razón. Por
tu arte, la que conozco y la que no. Por
mi manía de ignorarte y en el mismo instante tenerte en cuenta. Por jugar con
mi mente, por evadirme y quererme. Por un brindis a tu espontaneidad y otro a tu
rutina. Por amor, por locura. Por mantenerte preso dentro de mis parpados
cuando forzó a mi mente encontrarme contigo al menos en un mundo un poco menos ilícito,
al menos en mis sueños. Por todo aquello que me recuerda tus hábitos. Por la
cantidad de veces que no concluimos acuerdos. Por las cosas nuevas, por los
nuevos recuerdos que cargo acuestas. Por tu dulzura y tu simpleza. Por ti, por
mi y por un futuro nosotros.
jueves, 28 de marzo de 2013
Pecas
Me faltaba una cuota de ti.
Madura, elegante, delicada y directa cuota de ti. Me faltaban tus cosas tan tuyas, me faltaba entender porque me faltaban. Si hay algo que no soy en esta vida; es curiosa. Pero mis alternativas se reducían a serlo. De la mano con mi ingenio comenzamos la búsqueda de la respuesta a mi pregunta. ¿Porque me hacías falta? No te conocía o quizás un poco, pero estaba segura de que no era lo suficiente para que te extrañara. Comúnmente mis hipótesis son verdaderas y cuando no lo son, se torna un poco frustrante. Y ahí me encontraba… entablando una conversación con una moneda, fragmento que conservaba de algún encuentro furtivo el cual no viene al caso. Comenzaba haciéndole preguntas, y ella solo me mostraba caras, no me hablaba. Estaba muda. En ella habitaban tres pecas de óxido, y la diferenciaban de toda ordinaria moneda de dos pesos. A veces le gustaba hablar, pero ese no era el a veces en el que se encontraba. Miré a mí alrededor buscando un átomo, una partícula de respuesta que pudiera ayudarme, pero parecía que cada vez que giraba mi cabeza se bañaban con un polvo invisible. Que molesto es no concluir conclusiones. Horas más tarde la búsqueda consumió gran parte de mi dignidad, y con la que aún conservaba di bandera blanca. Horas aún más tarde entendí, algunas cosas mejor no buscarle respuestas.
Minutos después te sentí y comprendí porque me hacías falta. El tiempo más corto puede ser el más largo en cuestiones de amor. Las palabras más simples no tienen que rebuscarse. Segundos después me perdí en la cafeína de tu mirada, fue hipnotismo en su mayor esplendor, fue dulzura, fueron pecas, fue amor.
Madura, elegante, delicada y directa cuota de ti. Me faltaban tus cosas tan tuyas, me faltaba entender porque me faltaban. Si hay algo que no soy en esta vida; es curiosa. Pero mis alternativas se reducían a serlo. De la mano con mi ingenio comenzamos la búsqueda de la respuesta a mi pregunta. ¿Porque me hacías falta? No te conocía o quizás un poco, pero estaba segura de que no era lo suficiente para que te extrañara. Comúnmente mis hipótesis son verdaderas y cuando no lo son, se torna un poco frustrante. Y ahí me encontraba… entablando una conversación con una moneda, fragmento que conservaba de algún encuentro furtivo el cual no viene al caso. Comenzaba haciéndole preguntas, y ella solo me mostraba caras, no me hablaba. Estaba muda. En ella habitaban tres pecas de óxido, y la diferenciaban de toda ordinaria moneda de dos pesos. A veces le gustaba hablar, pero ese no era el a veces en el que se encontraba. Miré a mí alrededor buscando un átomo, una partícula de respuesta que pudiera ayudarme, pero parecía que cada vez que giraba mi cabeza se bañaban con un polvo invisible. Que molesto es no concluir conclusiones. Horas más tarde la búsqueda consumió gran parte de mi dignidad, y con la que aún conservaba di bandera blanca. Horas aún más tarde entendí, algunas cosas mejor no buscarle respuestas.
Minutos después te sentí y comprendí porque me hacías falta. El tiempo más corto puede ser el más largo en cuestiones de amor. Las palabras más simples no tienen que rebuscarse. Segundos después me perdí en la cafeína de tu mirada, fue hipnotismo en su mayor esplendor, fue dulzura, fueron pecas, fue amor.
sábado, 9 de marzo de 2013
Y sin embargo, queremos
Y cuando te das cuenta que perdiste tu momento, que ya no habrá
otro igual a ese, ya no volverás a estar tan decidida de nuevo, la culpa recae
sobre tus hombros porque sabes que llegaste tarde y que no tuviste el coraje
suficiente para darle un empujón a la coincidencia. Esa sensación de perder el
momento perfecto y verlo abordar el tren hacia quien sabe donde. Ese lamento a
continuación y la manía de recordar imágenes como si fuera una película que
solo ve tu mente, y volver a lamentarse no haber jugado las cartas cuando debías,
y haber esperado un milagro inexistente y ahora estar ideando métodos nuevos,
que sabes que no llevaras a cabo pero sirven de consuelo, al menos cumplen una eficiencia
y consuelan dicha mente que escaseaba de valentía. Pero sería una mala decisión
en un momento equivocado bajar los brazos, en las historias de amor no siempre
hay sólo amor, a veces no hay ni un te quiero, y sin embargo, queremos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)