Matices oscuros, sumisos, gastados. Caen, caen porqué letras cargadas de tu presencia maquillan mi alma. Las gotas se secan con cada resplandor, con cada abrir y cerrar de ojos. Incluso la humedad y sus formas deshabitan los rincones de mi mente. El lunar de tu frente a mi izquierda me invita a sonreír cada vez que evoca el punto focal de mis globos oculares. Los de tus mejillas tampoco tienen severas y decididas intenciones de armar sus valijas y retirarse de mi inconsciente. Podría continuar tomando prestado cada uno de los adornos de tu rostro para convertirlos en poesía, podría hablarte de amor, podría reiterar las ganas exageradas de tomar un trozo de ti y volverlo mi almohada. Pero sería un intento de masoquismo inconcluso que no haría más que acumular ganas inocuas de tomar no un trozo de ti, tomarlo todo. Proyectar egoísmo por doquier.
En los silencios de mi pentagrama me diste todas las respuestas, de una mente no te liberas cerrando los ojos me dije, mientras hacía el intento de volver al pavimento y dejar de navegar en las curvas de tu sonrisa.
Altas horas de la madrugada golpean las paredes de mis parpados, y me cantan una sutil canción para darme la bienvenida al insomnio romántico. Toco mis labios con mis dedos para recordar. Tu beso alarmó mi sistema nervioso y aún me tiembla el recuerdo. Y vuelve a invadirme la imagen que tantos estragos produjo en mi estas últimas noches, cómo la luz tenue que nos daba calor penetraba por cada poro de tu piel, haciendo de ti más que un ser, un poema. Subjetivo y real.
Deseos incesantes, infinitos. Ten la gentileza de visitar las líneas de mi cuerpo, haz uso de tus cinco dedos que tanto anhelo y aprecio, acentúa cada una y trazala. Como si navegaras por tus propios mares, sin restricciones. A menos que te lo pida no te detengas, mi piel recordará tus manos y mis receptores nerviosos te agradecerán a su debido tiempo. Conectando con los tuyos, ordenándome en mi desorden, para que pueda agradecer tanta paz acumulada.
Contigo no se trata de dar porque recibí, contigo quiero dar aunque no reciba. Escribirte aunque no me leas, no quiero hablarte de amor, quiero que lo sientas.
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