viernes, 20 de septiembre de 2013

Torpeza

Fieles conocedores de senderos estrechos e infinitos. Fieles conocedores de la sensibilidad a flor de piel. Y aún así tan inexpertos y tan crédulos, caminamos el uno sobre el otro al paso de los repiques de una canción. Atónitos, ante la calidez de nuestro tacto. Entorpeciendo cada partícula pensante que planea retomar sus funciones, después de entrelazar al menos dos palabras y diez mil latidos.
Quizás te resulte familiar el entreverar los conceptos, derecho y revés. Torpeza, torpeza fluyendo por todos mis poros. Mi intelecto está tan ocupado observando cada uno de tus detalles desde el asiento acompañante, que olvida el sentido de la razón. Incluso olvido ubicar mi mente en tiempo y espacio. Mi tiempo y mi espacio cada vez que te tengo a un par de centímetros, habita en tus pupilas. Mis receptores sensoriales reservan todas sus energías exclusivamente para ti. Los silencios gritan "me haces bien", por doquier.  La suavidad con la que tus labios me rozan me impulsa a poner mis mejores cartas en juego. A mostrarte una única cara con mil expresiones distintas, con miles de sonrisas espontáneas que solo tienen un destinatario. Tú.
Negociar con mis sentidos nunca fue tan complicado, ya hacía mucho tiempo desde que eran ellos quienes dominaban cada partida nueva. No tienen intenciones de devolverme mi poder, te aceptan, te quieren. Cada uno de ellos, cualquiera de los cinco se sienten en casa cada vez que te perciben.
Por momentos creo no podría contar hasta diez invadida por la idiotez si tengo tu mano sobre mi. Pero la mediocridad nunca fue tan placentera. Y entregarme a la calidez de tu abrazo es una de las acciones de las que más me enorgullezco.
Agradezco tú valor al querer conocer que hay detrás de todas éstas letras, que hay detrás de toda ésta piel.
Tienes mi permiso para fluir entorno a mi barco, por mi bahía con total libertad. Pero advierto que voy a cobrar peaje cada vez que tu mano se pose sobre mi boca. Por lo tanto si alguna vez sientes que mis labios están sobre los tuyos, tienes el deber de corresponder. Es el precio que te pongo por flotar en mi océano.

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