jueves, 11 de julio de 2013

Creer o reventar

¿De qué me escapaba? El amor, o la bestia interior que te sigue a donde quiera que vayas. No es cuestión de quitártela y guardarla en el closet. El amor es parasitario. Vive pegado a ti. Y no se trata de que te guste o no. Se trata de inspiración. Creer o reventar, pelota y pared, imán y metal. Propiedad “adictiva”. El amor está siempre en tus espaldas. Pero no, no me atreví a juzgarme, puede que a causa de mis desgarros sentimentales ya no me atreva a juzgarme de manera crítica sin caer en lo ilícito, o en lo no adecuado. Puede que mi fiel órgano ya no pueda resistir otra recaída. Mi cordial y considerada mente lo ha mantenido muy ocupado, desgastado y cargando a cuestas mi inestabilidad que no es casualidad, ni coincidencia. Es solo una de las muchas, una de las tantas, una de las interminables sensaciones contagiosas que sin intención visible, pero si presente brindas. 
Un libro golpeó mi antebrazo sacudiendo mi pensar. Cuando se te cae un libro, da por seguro que se te caen todos, mientras me armaba de fuerza para levantar la cabeza, fui azotada por una avalancha de literatura. Dato innecesario, pero sumamente extraño. Muy merecedor de participar de mi narrativo exponer sentimental. 
Y puede que retomando el tema, hayas girado con la espontaneidad y la delicadeza con la cual una llave gira en una cerradura nueva. Tú presencia es fiel compañera de mi insensatez, de mis intentos conectores de palabras casi que con un propósito inconexo. Tú presencia psíquica puede que sea la gran escritora detrás de todo este sin fin de palabras, que yo añoro ser algún día. Tú, estás detrás de cada letra que intenta fluir con claridad. Tú creas, yo plasmo.

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