martes, 23 de julio de 2013

Sin más

Escribir para no desaparecer me dije, mientras recopilaba fragmentos perdidos de uno de mis días mas inestables. Intenté escribir un sin fin de textos descriptivos vacíos para no pensarte. No hoy, me dije.
El sol se mostraba como un homicida intenso de mil intentos que acabaron su ciclo vital en el deposito de poemas perdidos que adorna la esquina de mi habitación. En la colisión de luz e incógnitas, la inexistencia de certeza estaba acabando con mi estabilidad nefasta. No quería hablar sobre mis paredes rosa viejo contrastando con cortinas color lavanda, no quería buscar una bonita forma de describir el desorden catastrófico en el que me encontraba. Siquiera quería escribir acerca de nada que no te involucrara. Por uno o quizás dos instantes sostuve mi lápiz con mi mano izquierda y te pensé. Fue lo suficientemente placentero poder hacerlo, había pasado minutos e incluso horas evadiendo cualquier cercanía con tu persona. Fue tan placentero que me resigné a mis ratos de escritura. Y si, hoy si, me respondí a mi misma. Es tan estúpido intentar combatir la irrefutable verdad. Una vez más surcaba en los laberintos de tu geografía. Los primeros tres minutos enojada conmigo misma por ser tan crédula. Las últimas tres eternidades, agradecida de mi capacidad creativa que te mantiene en tu pedestal característico. La estupidez me invadía sin ningún tipo de restricción o al menos compasión. Lo ridículo y nulo de mi posición en tu historia se ocultaba detrás de esa libertad retrasada y las costumbres bohemias que más me gustan de ti. Nunca nadie me advirtió sobre tú poder adictivo. Tampoco nunca nadie dijo que sería tan difícil, tampoco garantizaron facilidad. Pero el universo podría haber conspirado para otorgarme una gota de sabiduría al menos para tener en cuenta la dificultad de la situación. Y por supuesto la habilidad para afrontarla de manera razonable como lo haría cualquier otra persona en su sano juicio. Asumir los hechos para no perder la cordura o no trascender aún más en esta gran mentira que tomo las riendas de mi pensar y mi escritura. O quizás el universo pudiese haberte transmitido a ti ambas características para que tengas el valor de sobre plantear los hechos, decidir y querer. Cualquiera sea tu inclinación, hubiera preferido una verdad absoluta, sin retazos disfrazados de verdades. Pero ese ya es otro tema. Concluyo y sin un final que remate de forma decisiva este conjunto de palabras. Abandono mi posición.

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