viernes, 12 de julio de 2013

Tan abajo

Uno, dos aveces tres. Cortado, común, amargo, cruel. Entre todo el enredo de ideas que coexiste dentro mío tengo la convicción de que te encuentras. Inoportuno e insensato, siempre aflorando los gajes del deseo a la luz. Justo a tiempo, un par de horas de diferencia y aún así justo a tiempo. Tengo miedo, pero junto a él que no parece tener intenciones fértiles de moverse y retirarse a otro sitio donde sea más bienvenido parpadea una pequeña excitación que se eleva y desciende por debajo del haciéndolo dar dos pasos al costado. Y trago en seco, y respondo como puedo que también te extraño. Incluso tuve que aprender a hablar en silencio para no dejar escapar nada que deshidratara mis ojos. Tuve que aprender entre tantas otras cosas que me mantuvieron lejos del dolor a ignorarte y nunca estuve más segura de que a pesar de que lo hiciera nuestras sombras se mirarían. 
Y lo recuerdo, te recuerdo, todo mi cuerpo lo hace. Teníamos las narices a tan poca distancia que pensé que con un leve movimiento podíamos rozarlas. Mis ojos, los suyos. Mis ojos en los suyos. Sus ojos tenían mi reflejo dentro. "Te quiero" me dijo y sus labios me rozaron y lo único que fui capaz de sentir, fue que estaba completa. A pesar de que no merecieras mis sonrisas te las regalé incluso las adorné para ti. 
Hoy junto a mi ventana, con mi cortado, común, o amargo café eres el recuerdo más recurrente que me visita. Cucharada a cucharada siento la calidez de tu abrazo. Pero me inundo en las mil formas de soñarte y termino por ahogarme al darme cuenta de lo irónico que es, que de ninguna te tenga. Aveces también se me acaban las sonrisas para ti, se me acaban las ganas de escribirte.Vaciando mis penas en algún estupefaciente inútil, las recupero y mi penar cíclico pide a gritos compasión, te pide a gritos en resumidas cuentas. Y te quiero, y es sumamente redundante decirlo ya que está exclusivamente impreso en cada palabra de este intento de prosa que me agobia. Entre tantas idas y vueltas, entre tanta letra acumulada, entre cada intento fallido de dejarte ir, aún te encuentras, estaría mintiendo si dijera que fue fácil, pero con una mente desgastada no me queda más remedio que decirte "que pase lo que tenga que pasar".  

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