martes, 27 de agosto de 2013

Sueños despiertos

Pocas cosas entre tanta palabrería cobran sentido en algunas noches melancólicas. Noches prestadas que le pertenecen al sueño. Gargantas secas, lastimadas. No pueden hoy emitir un grito elocuente que lucha por florecer y se golpea contra todos los rincones de mi cuerpo. Hoy, hoy que no puedo casi que hablar porque me pesan las palabras, extrañé esa nada que había entre nosotros. Sutil y callada, sobrentendida y total.
Hoy la densidad de mi té baja a paso lento, pausado. Siquiera puedo percibir si disminuye o está estática. 
A mi izquierda una guitarra, a mi derecha nosotros. El espejo de mi habitación juega conmigo, me invita a la autocrítica, a la verdad. Pero dentro de mi estómago los insectos que tomaron mis órganos me muestran lo que todos queremos ver, lo que yo quiero ver. 
Un bostezo inoportuno me dice que debo dejar de soñar con los ojos abiertos, con tacto me advierte sobre los peligros de confiar. Suspiros contagiosos me recuerdan lo lindo de tus ojos. Y como reacción contradictoria ambas partes comienzan a sostener su verdad. 
Voluptuosas ganas de que me gane la vigilia. Para no tener que enfrentarme cara a cara con el lado más débil de lo reciproco. Miedo, le dicen algunos. Estupidez, le digo yo. 
Tengo tantas pocas ganas de sentir, o mejor dicho tantas pocas ganas de recordar lo que sentí. Pero a su vez infinitas ganas de que me leas y refutar tus teorías sobre lo imposible del amor. Tú me lees porque piensas que te escribo,  lo cual no está mal. Ya que es sumamente cierto. Pero yo te escribo pensando que me lees, lo cual es terrible. La dependencia emocional es el peor error humano. Pero gracias a algún ser sobrenatural, no me volví dependiente de tus palabras, porque no dices nada. Pero lo que es aún peor, me volví dependiente de tus ganas de sentirme. 


miércoles, 21 de agosto de 2013

Hipocresía

Hace un par de errores atrás, supuse haberme encontrado conmigo misma. Elegantes melodías acariciaban mis oídos, pero el golpe todo quiebra. Las partituras ardían. La primavera crónica en la que estábamos sumidos se resquebrajaba y el frió inundaba cada poro.
Los pasos se alejaban y no existía el recuerdo dulce.Me refugie en lo que creí que era, en mi misma. Mientras que hibernaban mis emociones, mi piel armaba sus valijas y me volvía una ególatra intolerante a las caricias. Victima de una tormenta efímera, un sosiego inminente y una hoja en blanco.
El calendario envejece a ritmo pausado, y arrastra consigo las enérgicas melancolías. Lo trivial se vuelve cotidiano y una vez más, el ciclo vuelve a iniciar. Optaría por desandar lo caminado, o borrar huellas. E incluso colocar los acentos en las palabras que carecieron de fuerza, pero no es posible tanta cobardía acumulada. El pretérito imperfecto yació sobre el resplandeciente pavimento. La vida nos estrujo con ímpetu, y ahora vivimos con el acierto que nos faltó en aquel instante. Todos idolatramos el bien y sin embargo nos envuelve el mal. Todos defendemos la verdad y dependemos de la hipocresía. Tanto así, que nos inclinamos como moralistas y humanitarios cuando en el fondo todos contribuimos para formar la misma porquería.
Que complicado se nos hace encontrarnos a nosotros mismos, nos pesa tanto la imperfección que acabamos por comportarnos como perfectos humanos. Inútiles. Asumir que lo somos, debe ser la tarea más difícil en materia de dificultades infecciosas. Trazamos una vida de tiza, con carbón.

domingo, 18 de agosto de 2013

Yo también

Tanta palabrería vacía nutre un punto de vista rasgado de la realidad. Por falta de voluntad la obligación asume un papel protagonista. Por falta de puntos comprendí el valor de las comas. Ansias incesantes hicieron de mi inmunidad dependiente de tus gestos. Soplos de aire tibios me empujaron al calor de tu abrazo tan efímero como eterno. Tardío y vulnerable, tranquilo y paciente. Dejando caer cumplidos sinceros, brindando tu amor con un cuenta gotas. Pero justo, siempre justo a tiempo. 
 A falta de espejos, no encontré mejor reflejo que el de mis ojos sobre los tuyos. Pasos lentos adornan mi regreso a casa. 
Tome prestadas muchas horas del reloj, que luego tuve que devolver. Pero en su momento fueron más que útiles, imprescindibles. Versos mudos fueron suficientes, no necesité decir nada para que me entendieras.
Miradas penetrantes invaden nuestro espacio. Los poemas brotan en cada esquina de tu sonrisa. Melodías, una tras otra. Se esfuerzan por transmitirme tu recuerdo que siquiera podría decir que es un recuerdo, si no más bien un estado anímico.
Esa noche nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo de aliento. Tus manos encajaban con precisión entre las mías. Nuestra respiración recorría los rincones de la habitación, y una sutil melodía se producía cada vez que un suspiro brotaba de nuestros labios. A falta de abstinencia, nos teníamos. A falta de calor, un abrazo. A falta de cariño, me querías. A falta de ti, yo también. 

martes, 13 de agosto de 2013

Desván


Fuimos un desfile de puntos suspensivos tras surcar caminos inciertos, plagados de especulación,  antes de llamarnos a nosotros mismos punto y aparte. A paso sereno y pausado, paz y simpleza van de la mano cada vez que intento hablar de ti. Ojos brillantes que gritan por tocar la realidad de otra manera. Luces que prenden y apagan dentro mi cabeza. Palabras tiesas pero sinceras con que enseñas el arte de quererte. Esquinas cruzadas, verdad y mentira. Miedo y valentía. Ser intermitente, neurótico que dice ser inhóspito, a mi criterio para nada rebuscado y dócil irradias condiciones habitables. A decir verdad, irradias delicadeza disfrazada de hostilidad. 
Que difícil resultó labrar en tus campos. La dificultad placentera te invade, y nutre mis ganas por habitar a tus alrededores. Esa intensidad con la que te proclamas extranjero hacia nuestra raza, ajeno al sentimiento. Actitud digna de recibir aplausos merecidos, actitud digna de recibir amor. 
En el desván de mi sonrisa, rige tu imperio. Aboliendo cualquier especie de cotidianidad. No hay nada cotidiano en tu pensar, no hay nada que me evite entregar el tiempo que no tengo y el abrazo que me sobra. Promotores oficiales del silencio, opacamos las palabras con notas dulces. Oraciones cortas y canciones largas constituyen nuestros recuerdos más lindos. Nuestros en el caso más optimista, míos en cualquiera de los casos. Humildad exagerada, agradecimientos innecesarios forman hoy el pentagrama paulatino que ambos construimos intencionalmente. Sonidos llenos de voltaje alimentan las noches de insomnio cuando decides acompañar mi café con un poco de tus costumbres bohemias. Con tus peculiares percepciones de las cosas, que hoy pintan mis pupilas de múltiples pensamientos antes de dormir. Mis manos sutilmente te tocan en el fondo de mi imaginación, sumiso y tranquilo. Digno de mi pensar. 

lunes, 12 de agosto de 2013

Causales

Con un intento disimulado de pasar desapercibidos para evitar el martirio consiguiente, que adorna las noches antes de dormir. Pongo mis mayores esfuerzos sobre la mesa, mis mejores cartas hoy rondan tus avenidas. Esperando intercambiar miradas que alimenten nuestro insomnio. La tinta se intensifica a medida que a paso lento recorro tus aguas. Pierdo el sentido del espacio cada vez que le otorgo a mi curiosa mente el poder de divagar con toda espontaneidad. Pero aún más curioso es que seas tú quién lleva las riendas de mi imaginación. Labios apretados, desesperados por soltar todo lo que callan, son hoy los que acaban por dibujar mi rostro. La inestabilidad recorre mi torrente sanguíneo y rápidamente se convierte en la responsable de dudas, innecesarias acumuladas en un rincón de mi ingenio.
Miedo, para que rebuscarlo si todos sabemos de su existencia. Miedo, solo es miedo. Esquemas pequeños y concretos son los que acostumbro frecuentar, grandes vacíos demográficos como tu alma son en los que alguna vez espero reinar. Miedo una vez más, miedo a lo desconocido le dicen algunos. Miedo al amor le dicen otros, por mi parte prefiero llamarlo solo miedo, insensato e inútil, que empeña sus mejores armas en desvanecer las certezas que con tanto esfuerzo y dedicación aspiré concretar algún día.
Ambos tenemos miedo, a pesar tus intentos inadmisibles y mi condición para evadir mi propio pensamiento. Ambos tenemos miedo.
Fluimos puros entre la corriente, impulsados por los vientos que nos encuadran una historia de vaivenes. Hoy somos dueños de la espontaneidad que tanto nos produce. Victimas de sensaciones que queremos ignorar, y aún teniendo la certera certeza de que no podemos ignorarlas, lo intentamos. Escondiéndonos en el fondo de un placard de sueños, albergando con nosotros mismos el control de los causales.
Queriendo evitar que cargues con el peso de ser mi complemento, refugio mis palabras en algún atracadero. Hoy, decidí entregar lo poco que aún conservo completo en mi a la fluídes  de tu pensamiento. Hoy puedo decir que mis aguas son tus aguas, y juntos somos un gran océano que aún tiene mucho por descubrir.

sábado, 10 de agosto de 2013

Efectos Secundarios

Detesto tus costumbres, tus silencios y a mi misma por extrañar cada uno de tus detalles con tanta intensidad. Trazando rutas, volviendo a casa. Sola, para que mi conciencia me apabulle y me recuerde cada uno de tus lunares. Sola, porque no me atrevo siquiera a pensar en olvidarte. Un pie y luego el otro, pereza incesante que no me permite pensar en el paso siguiente, si no más bien me exige tranquilidad.
Tranquilidad que me sobra, y la cual prefiero donar a personas con exceso de acontecimientos, si hablando claro y fuerte a mi hace mucho tiempo dejaron de ocurrirme anomalías.
Y como resultado de la monotonía, lo único que me quedaron fueron mis pedazos de romanticismo dramático y proyectos archivados en una de las mil cien carpetas que albergan lo poco que conservo de ti, plasmado en unas miles de letras que cuido y que no se irán como tú lo hiciste.
Recogiendo las piezas del puzzle que nunca terminé de armar, suelo proyectar una posible reconstrucción de mis sentidos. Caminamos muy lejos, y debimos haber dado vuelta antes de que nos adentráramos en un terreno que no nos correspondía.
Ahora ya no caminamos juntos y mientras yo oprimo tecla tras tecla y oigo un sin fin de canciones en las que encontrar inspiración, tú te encuentras donde mi voz no llega.
De alguna forma u otra siento que no quiero despegarme de lo que alguna vez fuimos, y si doy un paso al costado me estaría dando por vencida,  bajando los brazos y cediendo el lugar que sé que me corresponde. En mi mente se desarrolla una lucha interna que no quiere cesar. Mi razón contra mis ganas de tenerte conmigo. Siquiera estoy de alguno de los dos lados, puede que me mantenga neutra, puede que cada día te extrañe más. Así como también puede que el silencio esté acabando con mi cordura. Pero puedo vivir con eso.  No es más que uno de los tantos efectos secundarios de quererte.

martes, 6 de agosto de 2013

Semana lluviosa

Podría ser el peso de la distancia cuando lleva tu nombre, o un desgaste. Con la mente cansada y tanto para pensar..
A veces era domingo y llovía. A veces oscurecía de pronto y las casas encendían sus luces al fondo de la noche. En una de aquellas luces yo te imaginaba. Tus juegos, los míos. Cantándole canciones al viento, canciones mías, canciones tuyas. Extrañando instantes efímeros, extrañando labios ajenos. Y como la imaginación es perversa y no sabe de derrotas, te imaginaba a ti. Imaginándome a mi del mismo modo. A veces era lunes y llovía. A veces tengo que juntar ganas durante unos minutos para mover un pie, sueños turbios y mañanas maltratadas que me dejan sin aliento, voces dispersas que anhelan atención. El camino al colegio en esos días es una de las cosas más irritantes que conozco. Paso tras paso, arrastrando los pies con pocas ganas de existir. Cada esquina, es la pausa tan esperada que me hace tener que prestar atención, si es que quiero llegar a alguna parte. El desánimo me hunde en la más oscura certeza. Y si, aveces era martes y llovía. Recordar un arduo itinerario, apartarte para poder continuar en palabras aún más básicas. Saltear baldosas complicadas, caminar y enfrentar la vida con la mejor cara. Para no aburrir a cada ser humano con el que tenga que intercambiar palabras con historias cruzadas, y segundos platos.
Y ni hablemos de los miércoles lluviosos que cargan en sus brazos la carga de casi media semana. Uniforme mal planchado, andar aún más lento y para variar acordes impertinentes que se escapan de sus casillas para contribuir a las tertulias frecuentes.
Y de vez en cuando era jueves y llovía. Jueves elocuentes que me dan una mano, con gotas menos pesadas. Siempre tan considerados.
Viernes y sábados pasan juntos de la mano por delante de mis ojos más rápido de lo que puedo recordar. Puede que sean los mejores aliados para levantar la semana monótona, un poco de nicotina para agilizar y unas gotas de alcohol en mi torrente sanguíneo para que las sonrisas no se finjan. Y aunque sean sonrisas causa de una reacción entre una sustancia y mi poca tolerancia, son sonrisas que te invocan.

lunes, 5 de agosto de 2013

Replay

Trapos despojados de mentiras en el rincón de mi habitación. La estupidez arrepentida me abandona y al fin bandera blanca al corazón. Replay a las mil canciones que te dicen adiós. Replay a las otras tantas que me recuerdan tu voz. Gota pulcra y desahuciada arma las valijas y en un leve movimiento me recorre sin pudor. En el vaivén de mi piel arrastro consigo cualquier rastro de dolor. Hubieron un sin fin de cosas que nunca dije, que callé, que guardé que con gusto me formaron en mi lucha por obtener el titulo de nobleza en tu reinado. Hubieron sensaciones, ocasiones en las que creí formar parte de una amplia aristocracia pero con privilegios especiales. Manos entrecruzadas, miradas, besos y un poco más. Hubieron tantas letras y tantas oraciones como estas, fueron tantas despedidas inconclusas que olvidé cuando dijimos adiós.
Bajo las uñas de lo que alguna vez tuvo un sentido paranoico pero sensato quedaron guardados los kilómetros que recorriste, los borradores que tiré, el valor de lo recíproco.
Y me replanteo si de verdad todo acabó, o es uno más de tus simulacros anti adicción. O efectos secundarios de tu enfermedad contra la conservación y con poca suerte tu necesidad por la variedad.
La verdad de las verdades es que no la hay, la verdad, es que la verdad es la relativa y en este trabalenguas redundante aflora el optimismo por encontrar vías alternativas que me devuelvan mi puesto, mi lugar, mis ganas.
Y entre tanta encrucijada que me desborda la boca, y entre tanta cosa que nunca te dije, no hay lugar mejor que estar en vos.