Me faltaba una cuota de ti.
Madura, elegante, delicada y directa cuota de ti. Me faltaban tus cosas tan tuyas, me faltaba entender porque me faltaban. Si hay algo que no soy en esta vida; es curiosa. Pero mis alternativas se reducían a serlo. De la mano con mi ingenio comenzamos la búsqueda de la respuesta a mi pregunta. ¿Porque me hacías falta? No te conocía o quizás un poco, pero estaba segura de que no era lo suficiente para que te extrañara. Comúnmente mis hipótesis son verdaderas y cuando no lo son, se torna un poco frustrante. Y ahí me encontraba… entablando una conversación con una moneda, fragmento que conservaba de algún encuentro furtivo el cual no viene al caso. Comenzaba haciéndole preguntas, y ella solo me mostraba caras, no me hablaba. Estaba muda. En ella habitaban tres pecas de óxido, y la diferenciaban de toda ordinaria moneda de dos pesos. A veces le gustaba hablar, pero ese no era el a veces en el que se encontraba. Miré a mí alrededor buscando un átomo, una partícula de respuesta que pudiera ayudarme, pero parecía que cada vez que giraba mi cabeza se bañaban con un polvo invisible. Que molesto es no concluir conclusiones. Horas más tarde la búsqueda consumió gran parte de mi dignidad, y con la que aún conservaba di bandera blanca. Horas aún más tarde entendí, algunas cosas mejor no buscarle respuestas.
Minutos después te sentí y comprendí porque me hacías falta. El tiempo más corto puede ser el más largo en cuestiones de amor. Las palabras más simples no tienen que rebuscarse. Segundos después me perdí en la cafeína de tu mirada, fue hipnotismo en su mayor esplendor, fue dulzura, fueron pecas, fue amor.
Madura, elegante, delicada y directa cuota de ti. Me faltaban tus cosas tan tuyas, me faltaba entender porque me faltaban. Si hay algo que no soy en esta vida; es curiosa. Pero mis alternativas se reducían a serlo. De la mano con mi ingenio comenzamos la búsqueda de la respuesta a mi pregunta. ¿Porque me hacías falta? No te conocía o quizás un poco, pero estaba segura de que no era lo suficiente para que te extrañara. Comúnmente mis hipótesis son verdaderas y cuando no lo son, se torna un poco frustrante. Y ahí me encontraba… entablando una conversación con una moneda, fragmento que conservaba de algún encuentro furtivo el cual no viene al caso. Comenzaba haciéndole preguntas, y ella solo me mostraba caras, no me hablaba. Estaba muda. En ella habitaban tres pecas de óxido, y la diferenciaban de toda ordinaria moneda de dos pesos. A veces le gustaba hablar, pero ese no era el a veces en el que se encontraba. Miré a mí alrededor buscando un átomo, una partícula de respuesta que pudiera ayudarme, pero parecía que cada vez que giraba mi cabeza se bañaban con un polvo invisible. Que molesto es no concluir conclusiones. Horas más tarde la búsqueda consumió gran parte de mi dignidad, y con la que aún conservaba di bandera blanca. Horas aún más tarde entendí, algunas cosas mejor no buscarle respuestas.
Minutos después te sentí y comprendí porque me hacías falta. El tiempo más corto puede ser el más largo en cuestiones de amor. Las palabras más simples no tienen que rebuscarse. Segundos después me perdí en la cafeína de tu mirada, fue hipnotismo en su mayor esplendor, fue dulzura, fueron pecas, fue amor.