De repente me encontraba sola con mi silencio, y
ninguno de los dos queríamos ceder, las horas no se detenían y ya eran 20 los
recuerdos que desvelaban mi mente, y 21 los nudos en mi garganta. Todo a mí
alrededor parecía formar una conspiración contra mi conciencia, la vida me estaba
obligando a toparme frente a frente con mi futuro. Mi cerebro exigía respuestas,
veía pasar mis mejores momentos a través de mi ventana, veía como todo
lentamente todo se desvanecía y las cosas que más anhelo se alejaban, borrándose
y perdiéndose en el tiempo. Una canción enmarcaba el más puro de mis
sentimientos, una canción intentaba otorgarme paz, una canción guiaba una lágrima
hasta el final del camino. A veces, me gustaría mantenerme en el más profundo
de mis viajes, cubriendo mis ojos y oídos con una venda, dejando que no pase ni
el más mínimo rayo de luz, viviendo en la ignorancia de por vida, viviendo la
vida que yo misma inventé, y olvidando todo rastro de sensaciones y
pensamientos, que pudieran atentar mi inercia e invadir mi corazón. A veces, me
gustaría que nada ni nadie fuese dueño de mi felicidad.
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