martes, 4 de septiembre de 2012

20, 21


De repente me encontraba sola con mi silencio, y ninguno de los dos queríamos ceder, las horas no se detenían y ya eran 20 los recuerdos que desvelaban mi mente, y 21 los nudos en mi garganta. Todo a mí alrededor parecía formar una conspiración contra mi conciencia, la vida me estaba obligando a toparme frente a frente con mi futuro. Mi cerebro exigía respuestas, veía pasar mis mejores momentos a través de mi ventana, veía como todo lentamente todo se desvanecía y las cosas que más anhelo se alejaban, borrándose y perdiéndose en el tiempo. Una canción enmarcaba el más puro de mis sentimientos, una canción intentaba otorgarme paz, una canción guiaba una lágrima hasta el final del camino. A veces, me gustaría mantenerme en el más profundo de mis viajes, cubriendo mis ojos y oídos con una venda, dejando que no pase ni el más mínimo rayo de luz, viviendo en la ignorancia de por vida, viviendo la vida que yo misma inventé, y olvidando todo rastro de sensaciones y pensamientos, que pudieran atentar mi inercia e invadir mi corazón. A veces, me gustaría que nada ni nadie fuese dueño de mi felicidad.